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God of Malice (Legacy of Gods #1)(184)

Author:Rina Kent

Así es como funcionamos.

Pero en este momento, quiero besarlo, para mostrarle que incluso si lucho, nunca, ni por una vez no lo he querido.

Siempre lo he hecho.

Siempre.

Gru?e mientras muerde mi labio inferior en su boca y luego nos da la vuelta, una mano alrededor de mi garganta.

—Te di una salida, pero te adelantaste y la rechazaste. Ahora, estás realmente jodida, cari?o.

—?Quién dice que quiero una salida? —Sonrío

—Esa es mi chica. Ahora, dime lo que quiero oír.

Mi palma se encuentra con su mejilla.

—Soy tuya, mi monstruo.

—Y yo soy tuyo, conejito.

Y luego me muestra cuánto nos pertenecemos el uno al otro.

EPíLOGO - KILLIAN

DOS A?OS MáS TARDE

Me he dado cuenta de que hay demasiadas personas irritantes en mi vida y en la de Glyndon.

Más específicamente, las personas que piensan que es una gran idea robarme su tiempo.

Mi nivel de tolerancia con respecto a eso se está desvaneciendo de forma lenta pero segura, y no puedo ser responsable del infierno que se desatará cuando alcance mi límite.

De hecho, ese límite se superó por completo hace unos dos a?os, poco después de que comenzáramos nuestra relación, pero cometí el error de prometer ver las cosas desde su perspectiva.

En ese momento, era lo único que la haría confiar lo suficiente en mí para estar conmigo. Pero ahora, tengo que aceptar que en realidad necesita amigos.

Que quiere ser reconocida por lo que es.

Que por mucho que quiera pasar cada momento despierto enterrado profundamente dentro de ella o simplemente sosteniéndola en mis brazos, ella necesita algo tan blasfemo como salir con amigos y colegas y toda la puta farsa.

Pero lo entiendo.

Realmente no.

Ni siquiera jodidamente un poco.

Sin embargo, dejo que tenga esas cosas irritantes, principalmente porque me extra?a y me gusta lo proactiva que se vuelve cuando me extra?a.

Como esta noche.

No la he visto en un día, y aunque eso fue nada menos que una tortura, tenía algo que planear.

Antes, le dije que se encontrara conmigo en la cima del acantilado, luego me escondí detrás del árbol.

Y esperó.

Glyn llega quince minutos antes y apaga el motor de su automóvil cerca de la carretera, pero no apaga las luces delanteras.

Mi conejito camina directamente hacia el acantilado, sus caderas se balancean suavemente. Lleva una chaqueta de mezclilla y un vestido hoy, uno que le llega a la mitad de los muslos y cruje con cada movimiento. Incluso se puso lápiz labial rojo, mi puto color favorito.

Glyndon es la mujer más hermosa del mundo para mí. Cada vez que la miro, recuerdo la diferencia que hizo en mi vida.

Si no fuera por ella, hace mucho tiempo que habría caído en una espiral destructiva y criminal y nunca me habría abierto a mi familia y encontrado un término medio con ellos.

Gareth y yo no obtendremos el premio Hermanos del A?o, y nunca seré sensiblero con mi papá, pero nos sentamos y hablamos. Incluso volvimos a cazar. La única actividad que hacemos los tres juntos, a pesar de que a mamá no le gusta el pasatiempo.

Glyndon se detiene no muy lejos del acantilado, mirando a su alrededor, probablemente buscándome. El aire es suave esta noche, sin viento ni rompimiento de las olas.

Su cabello cubre su rostro mientras saca su teléfono. Poco después, mi teléfono vibra en mi bolsillo. Probablemente sea un mensaje de ella, preguntando si ya llegué.

En lugar de responder con palabras, abro el enorme contenedor que traje conmigo.

Una suave luz amarilla ilumina lentamente el sombrío acantilado mientras las luciérnagas pululan en el aire.

Glyndon mira hacia arriba y su teléfono se olvida cuando queda atrapada en trance. Me encanta cuando está asombrada, cuando sus labios se separan y sus ojos se abren como platos. Es como cuando estoy dentro de ella y no puede soportarlo más, pero todavía disfruta cada segundo.

La luz amarilla forma un halo a su alrededor cuando me acerco sigilosamente detrás de ella. En el momento en que siente mi aliento en su cuello, se sobresalta y se da la vuelta tan rápido que se desliza hacia atrás.

Cegadoramente, agarra mi pecho con ambas manos, y su teléfono cae al suelo.

—Esta escena es extra?amente similar a la primera vez que nos conocimos —susurro.

—Me asustaste. —Exhala, definitivamente no tan asustada como en ese entonces.