—Te haré saber si sabemos algo de ella. Como acordamos,— dice Ruby. Todavía tiene esa sonrisa ambigua en sus labios que me hace querer besarla sin parar.
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—?Tu palabra?— pregunto.
Lo confirma con un movimiento de cabeza y me besa de nuevo.
—Vamos, Capitán.— Wren irrumpe en mi brazo. —Se acabó el descanso. Estoy seguro de que hay algo más que puedes hacer.
La última vez que le sonrío a Ruby, antes de que Wren y yo volvamos al campo. Pienso en el comienzo del a?o escolar. Recuerdo el día que Lydia me rogó que vigilara a Ruby.
Desde entonces, mi vida ha cambiado en ciento ochenta grados. El futuro que imaginé se había ido sin dejar rastro. En lugar de ir a Oxford y sentarme en el consejo de administración de Beaufort, reuní el coraje para elegir algo diferente de lo que mis padres habían planeado para mí.
Escuché la voz de mi corazón.
Ofelia se hizo cargo de Beaufort y comenzó a hacer cambios en la empresa. Lydia se unirá a ella tan pronto como los gemelos crezcan un poco.
He aprendido que no tiene sentido atenerse a los planes. Este a?o se suponía que iba a ser el último a?o sin preocupaciones, pero ahora…
Ahora lo veo como un comienzo. Y aunque en mi alma todavía me enfrento a lo que ha pasado, mi actitud ante la vida ha cambiado completamente.
Sé que Wren se refería a nuestro último partido de lacrosse, pero le sonrío.
—Eso ya lo sabes—, le digo con entusiasmo.
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EPILOGO
Tres meses después
Mi vida está dividida en colores: Oro - Conferencias
Plata - exámenes
Café - relaciones y actividades extracurriculares 346
Verde - hazlo inmediatamente
Turquesa - tiempo libre
Violeta - familia
Naranja - segunda familia
Violeta (llamar a Ember), naranja (empacar, necesariamente bonito, regalos de bautismo para Rosie y Henry), y marrón (ir a desayunar durante el primer período y hablar con al menos una persona nueva) ya está colgado. Todo lo que queda es verde (imprime y cuelga una foto de Tailandia), naranja (lee la nueva entrada de James) y turquesa (haz una cita con Lin para tomar un café y encuentra la cafetería más genial)。
—?Qué tal aquí?— James pregunta.
Me giro hacia él en la silla de escritorio. Está de pie entre la cama y un peque?o armario y pone nuestra fotografía en la pared. Esta es la
primera foto que tomamos durante nuestras dos semanas en Tailandia.
Estamos parados en un mercado, rodeados por cientos de personas, pero es sólo un fondo. Sonreímos a la lente, felices y despreocupados.
Cada vez que miro esta foto, vuelvo a las dos semanas más hermosas de mi vida. Por eso quería que se colgara en mi dormitorio.
—Genial—, respondo un poco demasiado tarde.
James asiente con la cabeza y pega la foto a una pared vacía con un trozo de cinta adhesiva.
—No tiene sentido que no puedas tener marcos.
—Está bien. Lo importante es que las fotos se colgarán. —Digo y colgando otro momento.
—Tengo algo más para ti—, dice James. Lo oigo acercarse a mi escritorio. Levanto mis ojos sobre él. Tiene en su mano un peque?o 347
paquete de papel marrón, decorado con una cinta blanca.
Lo tomo con asombro.
—?Qué es eso…?
—ábrelo,— él responde con una sonrisa.
Poco a poco tiro de la cinta y abro el papel. Un marco de madera y otra foto aparecen a mis ojos.
Mi corazón es un caballo de batalla.
—?De la fiesta de despedida!
—Pensé que podrías ponerlo en tu escritorio. Entonces todos te observaremos mientras estudias.
No puedo quitar los ojos de la fotografía.
Fue tomada al principio de las vacaciones, en nuestro jardín, el día antes de nuestro viaje a Tailandia. Mis padres están a su lado, Ember, Wren, Alistair, Kesh y Lin. Lydia y Graham están sonriendo ampliamente en el lente. Cyril, de pie junto a ellos, está sosteniendo al peque?o Henry. A diferencia de los otros, en lugar del fotógrafo, está mirando fijamente al peque?o, que está apretando su dedo con todas sus fuerzas. En el otro lado está James con la peque?a Rosie y yo. Lo abrazo en la cintura y me apoyo en su hombro.
—Increíble,— murmuro y levanto la imagen a mis ojos. —Sólo han pasado dos meses, y Henry y Rosie ya son el doble de grandes.