Home > Books > God of Malice (Legacy of Gods #1)(177)

God of Malice (Legacy of Gods #1)(177)

Author:Rina Kent

Como si todo esto fuera una quimera.

Trato de hablar, pero estoy tan ahogada que me toma varios intentos.

—?Quieres decir eso, o solo lo dices porque sabes que quiero escucharlo?

—Deja de cuestionar todo lo que digo o hago. Realmente me pone de los nervios. Sí, soy manipulador, pero no contigo. Siempre he sido directo sobre lo que quiero de ti.

—?Y qué es eso?

—Sé mía. Te daré el mundo a cambio.

—?El mundo? —Una lágrima se desliza por mi mejilla—。 ?Qué define el mundo para ti, Kill? Porque para mí es despertar al lado del hombre que amo y estar segura de que él también me ama. No sé cuándo ni cómo sucedió, pero sé que me enamoré de ti. Tan fuerte que duele saber que nunca vas a sentir lo mismo.

—?Quién dice que nunca lo haré?

—Tu naturaleza. No es que no quieras cambiar, es que realmente no puedes.

—No me pongas etiquetas. Mira, lo que deduzco sobre el amor es que es noble, tierno y significa que si amas a alguien lo suficiente, es posible que tengas que dejarlo ir. Entiende esto, Glyndon, no hay nada noble o tierno en lo que siento por ti. Es un volcán violento de obsesión, posesión y lujuria trastornada. Si quieres amor, entonces te amo, pero es la versión poco ortodoxa del amor. Te amo lo suficiente como para dejarte dentro de mis paredes. Te amo lo suficiente como para dejarte hablar con mis demonios. Te amo lo suficiente como para permitirte tener un control sobre mí cuando nunca he permitido que nadie tenga el poder de destruirme de adentro hacia afuera.

Mi corazón late tan fuerte que creo que está tratando de salir volando de mi pecho y fusionarse de alguna manera con el suyo.

Este no puede ser un comportamiento aprendido, no cuando sus ojos son lava fundida y me mira con una intensidad que me roba el aliento.

—Killian…

—Ni siquiera pienses en dudar de mis palabras otra vez.

—No estaba… solo estoy conmovida.

—Por supuesto que lo estás. Apuesto a que te gusta el saber que tienes poder sobre mí.

—Es justo con todo el poder que tienes sobre mí. —Levanto una mano y acaricio su mejilla, sonriendo, luego haciendo una mueca cuando mi labio palpita.

No parece gustarle eso, considerando la forma en que sus cejas se hunden. Luego toma mi mano y besa mi palma, provocando un escalofrío desde lo más profundo de mi alma.

—Te prometo que nunca permitiré que nadie te lastime de nuevo.

Le creo.

Con la sangre en sus dedos y mano, suena más siniestro, pero todo es parte de Killian. Y cuando me enamoré de él, tuve que tomar todo el paquete.

Lo bueno, lo feo y lo jodido.

—?Estás seguro de que no te aburrirás de mí, después de todo? —insisto —Oh, cari?o. Ni siquiera después de la muerte.

Sonrío porque sé que quiere decir cada palabra.

—Bien, porque ?adivina qué?

—?Qué?

Me inclino y susurro:

—Soy tuya.

Sus fosas nasales se ensanchan y un músculo se aprieta en su mandíbula.

—Repite eso.

—Soy tuya, Killian. Creo que he sido tuya desde que nos conocimos.

Envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, me apoyo contra su pecho lentamente para no lastimar mis heridas.

No tengo idea de adónde iremos desde aquí, pero estoy lista para el mundo que Killian pone a mis pies.

También estoy lista para convertirme en la chica valiente en la que me convierto cuando estoy con él.

40

LEVI

TRES SEMANAS DESPUéS

Me siento al lado de mi tío en el sofá de cuero de mi oficina mientras mis muchachos están detrás de nosotros con la postura de unos soldados novatos.

O Bran luce así. Lan ha estado exudando el tipo de energía destructiva que hace que la gente muera.

Los cuatro estamos mirando a la persona que está sentada en la silla frente a nosotros. A pesar de tener un yeso que cubre su brazo derecho, todavía se ve despreocupadamente presentable con pantalones oscuros y una camisa abotonada.

Su cabello está peinado, su expresión se parece a la de un monje sabio y tiene todas las indicaciones para pasar por un ser humano respetable.

Pero sé cómo son las cosas.

Nunca pensé que habría un día en que estaría hablando con el tipo que se acuesta con mi hija.

Tacha eso, lo he pensado desde que Astrid y yo supimos que esperábamos una ni?a, y la imagen siempre, sin duda, nublaba mi visión.