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God of Malice (Legacy of Gods #1)(175)

Author:Rina Kent

—Qué ni?o tan débil. —Esquivo—。 Mami no te amaba, ?verdad? Te abandonó cuando eras peque?o e indefenso, así que ahora te has convertido en un ni?o grande.

—Cierra la puta boca. —Su ira sube y sube, y cae directamente en mi regazo.

—Qué vergüenza. Se pondría una soga en la garganta si viera tu estado actual. Oh claro. Ella ya lo hizo.

—?Dije que cerraras la puta boca! —él golpea y atrapo el bate con mi brazo bueno, se lo arranco y rápidamente lo golpeo en la cabeza.

Lanza un sonido angustiado y doloroso cuando cae al suelo. Gatea, luego se pone de pie, pero en el momento en que se levanta, golpeo la madera contra sus piernas una y otra vez hasta que los gorgoteos son los únicos sonidos que puede hacer.

Lentamente le quito la máscara, haciéndolo toser y atragantándose con el gas lacrimógeno, luego lo miro.

—No te desmayes todavía. Recién estamos comenzando. Vas a sangrar, gritar y suplicar por cada marca que dejaste en su piel. Serás cortado por cada mentira que le dijiste y por tener la audacia de usar su buena naturaleza. Rezarás a todas las deidades de la tierra, pero yo seré tu dios despiadado hecho a medida. Puede que no procese las emociones con normalidad, pero si lastimas lo que es mío, seré yo quien escupa en tu jodida tumba.

No tengo la menor duda de que el conejito está poniendo mi mundo patas arriba.

Y la dejaré.

Porque ella es mía.

Y prenderé fuego a todo el maldito mundo para asegurarme de que ella permanece a salvo.

39

GLYNDON

Duele.

Ese es el primer pensamiento que me viene a la mente cuando abro los ojos, o más exactamente, mi ojo.

El otro se siente hinchado y permanece medio cerrado.

No es sólo mi carne la que duele. El dolor ha desgarrado los tendones y ha llegado a la médula de mis huesos.

Mi lengua permanece pegada al techo de mi boca, sintiéndola grande, pesada y absolutamente extra?a.

Espero encontrarme en la cima de ese acantilado, pero me saluda una luz suave, seguida por el aroma muy distintivo de la madera de ámbar. Efectivamente, el empapelado impersonal de la habitación de Killian se enfoca lentamente.

—?Glyn? —El rostro preocupado de Bran aparece a la vista—。 ?Cómo te sientes?

—Adolorida —gimo.

—Toma, toma algunos analgésicos. —Saca una pastilla de la mesita de noche y me ayuda a sentarme para tomarla.

Mi cabeza palpita mientras trago el medicamento. Bran se sienta en la cama y sus movimientos son confusos, casi desconectados.

—Estaba tan preocupado por ti. —Toca cuidadosamente mi brazo—。 ?Necesitas algo?

Niego con la cabeza, sintiendo que la incomodidad disminuye un poco.

—?Dónde está Killian?

Su expresión pierde toda suavidad.

—él fue tras el que te hizo esto.

—No… —Dejé escapar un suspiro.

—Por desgracia sí. Lan fue con él y todos los líderes de su club, naturalmente.

Tiro la manta e intento ponerme de pie. Obviamente, sobreestimo mi habilidad para moverme porque me vuelvo a caer.

Bran me atrapa antes de que caiga al suelo y me obliga a volver a la cama.

—?Qué diablos crees que estás haciendo?

—Tengo que detenerlos. Están cayendo directamente en sus manos. Hizo esto para atraer tanto a Killian como a Lan, para comenzar una guerra e instigar el caos. No quiero ser la razón de eso, Bran.

—Creo que ya es demasiado tarde, princesita.

Se me hace un nudo en la garganta y no sé si quiero gritar o llorar.

La puerta se abre y ambos nos giramos para encontrar a Killian de pie allí, con un brazo fláccido a su lado. Salpicaduras de sangre cubren su mano, cuello y el cuello de su camisa, pero su rostro parece limpio, etéreo.

Retorcido.

Así es como me imagino que los asesinos en serie se ven cuando regresan a casa, completamente insensibles, probablemente incluso eufóricos debido a que satisfacen su sed de sangre.

Desliza sus dedos ensangrentados por su cabello como afirmando la imagen que acabo de tener.

Esta es la parte en la que debería sentirme asustada, aterrorizada, pero mi corazón se rompe en cambio.

Sin las gafas de color rosa, puedo ver claramente hacia dónde se dirige esto. O tal vez lo vi, pero seguí mintiéndome a mí misma.

Al verme, se detiene en seco y una luz brilla en sus ojos mientras me alcanza en unos pocos pasos.