—?Quieres que te acompa?e?— él responde.
No hemos pasado mucho tiempo juntos desde la última pelea.
No recuerdo la última vez que hablamos de verdad, los dos, sin otros compa?eros. Siempre que nos quedamos solos, la atmósfera se espesa, y me retiro por temor a equivocarme de nuevo y conformarme con lo único que Kesh puede darme: besos robados en la oscuridad y el eterno misterio.
Sigo esperando que pronto todo sea como antes y podamos hacer nuevos amigos. Nada más, pero también nada menos. Así que asiento, aunque sé que una noche en su compa?ía no es la mejor solución para mi corazón.
—Claro, cuanta más gente, mejor.— Le doy una mirada hacia atrás.
Estoy seguro de que leyó de mi vista lo que me está pasando. Ves tales cosas después de a?os de amistad, Kesh es una de las personas más empáticas que conozco.
A veces pienso que es una pena que no haya seguido esto antes de 42
romperme el corazón.
—En ese caso, iré feliz…— responde en voz baja.
—Eso es genial.— gru?o. —Está bien.
—Voy a ducharme— informa e indica el ba?o al final del pasillo.
Siento que me estoy calentando de nuevo, aunque después del entrenamiento mi ritmo cardíaco ha vuelto más o menos a la normalidad.
Lo paso rápidamente de camino al vestuario.
—Espero afuera…— le digo por encima del hombro.
Todavía puedo sentir su mirada tranquila y sabia en mi cuello.
Ruby parece que ha tenido un día largo y duro. Apenas vino a mí, se deslizó en el sofá y no se ha movido desde entonces. Está muy pálida.
Todos llevamos ropa normal, ella sigue con el uniforme de la escuela. Se ve muy patética. Está despertando un instinto de cuidado en cada uno de nosotros.
Kesh enciende la música, yo voy a la cocina y busco algo de comer.
Como Elaine y Fred no viven con nosotros, mis padres han despedido a algunos de los empleados de la cocina y han renunciado a sus comidas diarias juntos. No me arrepiento de lo último. Normalmente me sentía tenso de todos modos, y mis padres hablaban principalmente con Fred, y sobre todo sobre Fred.
Ahora hay días en los que no nos vemos en absoluto, pero eso no me preocupa en absoluto. Me gusta estar solo. Al menos no tengo que fingir y esconder a mis padres que su actitud me hace da?o.
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Saco la lasa?a previamente preparada de la nevera y la pongo en el microondas. Pongo cuatro porciones grandes en los platos y vuelvo a mí mismo. Pongo dos platos en la mesa junto al sofá, para mí y Ruby, otro lo toma Wren, y el cuarto es para Kesh, que se sienta en mi escritorio y juega con el teléfono. Vuelvo y traigo cubiertos y vasos.
—Aquí tienes.— Le paso el tenedor a Ruby.
—Gracias.— Tiene una voz vacía y muerta.
Me siento a su lado en el sofá y me voy a la lasa?a. Como siempre después del entrenamiento, me muero de hambre.
Por el rabillo del ojo veo a Ruby alcanzando el tenedor y levantándolo tímidamente a su boca, pero lo deja.
—?Hablaremos de lo que pasó?— Pregunto con cuidado. —?O estamos fingiendo que no pasó nada y hablaremos de otra cosa?
Wren, que se sentó en la silla opuesta al sofá, levanta la cabeza y mira a Ruby. La chica se encoge de hombros como si no le importara.
—Mortimer echó a Lydia de la casa—, tira Wren.
La cabeza de Kesh se levanta de repente. —?Qué?
—Quería llevar a Ruby con James—, dice Wren. —Pero cuando llegamos, el maletero de la limusina se cerraba con las maletas, y Lydia lloraba. Y entonces todos entraron y se fueron.
—?Y qué hizo Lydia?
Ruby y Wren intercambian miradas significativas y ambos inmediatamente meten los ojos en sus platos. Aparentemente, saben algo 44
de lo que nadie más tiene idea.
—Le escribí a James que estamos en tu casa.— Wren está fingiendo que no escuchó mi pregunta. —Vendrá tan pronto como pueda.
—Está bien.— Aunque solo pensando en cómo debe sentirse Lydia en este momento, estoy perdiendo el apetito—, como lasa?a hasta el final y pongo el plato en una mesa baja con tapa de cristal, y luego miro a Ruby desde la diagonal. Todavía no ha comido nada. Está enterrando como máquina el tenedor en el plato.
—Escuché lo que pasó hoy—。 Le digo en voz baja.