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Save Us (Maxton Hall #3 )(82)

Author:Mona Kasten

No puedo recordar por qué quería hacerlo lentamente. Mis manos tienen su propia vida cuando deambulan alrededor de su cuerpo. La toco en todas partes, quiero conocerla, sentirla, todo. Me pego a ella, justo 258

entre sus piernas, y casi pierdo el control de mí mismo al oír sus gemidos. Me toca con sus manos calientes, me muerde el labio inferior cuando repito el movimiento.

La tomo bajo mis manos, la levanto un poco, a una posición media sentada. La beso más allá, y al mismo tiempo busco detrás de su espalda el cierre del sostén. Me tiemblan tanto los dedos que sólo puedo hacerlo la tercera vez. Ruby sonríe y deja que las correas se le resbalen de los hombros y luego se quita el sostén.

Durante un largo tiempo sólo la miro. Es impresionante ver su piel desnuda, su pelo despeinado y el destello en sus ojos.

Nos movemos al mismo tiempo; ella cae en la cama otra vez, me inclino sobre ella y la beso con mis manos a ambos lados de su cabeza.

Nuestras lenguas se enredan, y mientras tanto sus manos encuentran mis boxers.

Ella vacila, me susurra algo en la boca. Me alejo un poco y la miro a los ojos. —?Está bien?— repite mi pregunta con una sonrisa. Asiento con la cabeza sin aliento.

Tímidamente me quita los boxers de las caderas. La ayudo un poco, y luego le quito las bragas. Me doy la vuelta, alcanzo mis pantalones, los recojo del suelo y saco el condón de mi billetera. Ruby me observa mientras lo pongo a nuestro lado en la cama y me inclino de nuevo.

El fuego en sus ojos hace que mi corazón lata aún más rápido. Me pone las manos en el cuello y encuentra mis labios. Podría estar con ella sin fin: estar en la cama con ella, desnudo, besando hasta que el pasado y el futuro desaparezcan, sólo nosotros existimos. Para mí, este momento puede durar para siempre.

Ruby me acaricia en la espalda, cada vez más abajo, siento sus manos 259

en mis nalgas. Se inclina y suspira en silencio, sintiendo mi dureza. Poco a poco pierdo el control de mí mismo. Otro beso que es aún más apasionado, casi desesperado, y de repente siento a Ruby clavándome las u?as en la espalda. Ahora no puedo dejar de gemir. No estoy respirando.

Me estoy deslizando para ponerme un condón.

Me acuesto de lado para ver su cara. Sus ojos se han nublado de deseo, pero no tengo dudas de lo que quiere.

Y entonces no hay más preguntas. Nos movemos de inmediato. La cubro con mi cuerpo, y ella entrelaza sus piernas en mis caderas, me atrae. Entro en ella en un solo movimiento. La sensación es tan asombrosa que cierro los ojos por un momento y me congelo en el movimiento. Muevo mis dedos en su sien y más adelante, en su mejilla.

Abre los ojos. Sólo entonces empiezo a moverme lentamente.

Me deslizo fuera de ella y vuelvo, ni siquiera por un momento, sin apartar los ojos de su hermoso rostro. Ella se mueve conmigo, agarra mi pelo con su mano y me abraza con fuerza.

Nunca he experimentado nada como esto en mi vida. Lo que hacemos está asociado con la confianza incondicional. Le doy todo, y ella me da todo de sí misma. Mientras que en el pasado, todo lo que quería en el sexo era terminarlo, ahora hay mucho más. Con Ruby, no hay ningún propósito para mí. Sólo estamos nosotros y las emociones que me llenan de pies a cabeza.

No tengo que decirle cuánto la amo. Se lo muestro con todo mi cuerpo, con cada tierno y profundo beso, con cada movimiento de mis caderas, con la forma en que la sujeto a mí, cuando tiembla debajo de mí y cuando yo también me dejo llevar por completo.

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22

Otra semana más, sigo pensando en mi tiempo con James en Brightwell-cum-Sotwell. Y además, de otra. Y otra.

No olvidaré lo que se siente al tenerlo conmigo, sentir sus manos en mi cuerpo, su aliento en mi oído. Esa noche estábamos sólo nosotros dos, y en todo momento me sorprendo recordándolo. Sue?o con volver atrás en el tiempo y regresar a esos momentos.

En el desayuno con mi familia recuerdo esa ma?ana, sabroso pan fresco y la sonrisa de James cuando me sirvió mermelada.

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Mientras estudiaba para mis exámenes finales, recuerdo el apartamento que me ense?ó y la forma en que estábamos acostados e imaginando cómo lo haríamos si realmente lo comprara.

Y por las noches, cuando intento dormirme, oigo su voz susurrando en mi oído, sin aliento, tímida, cuando me dice cuánto me quiere y que nunca ha sido tan feliz en la vida.

—Tierra a Ruby—, dice Lin. Giro mi cabeza fuera de mi mente.

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