Home > Books > God of Malice (Legacy of Gods #1)(152)

God of Malice (Legacy of Gods #1)(152)

Author:Rina Kent

—Eso no es cierto —me ahogo, mi voz es tan lujuriosa que es vergonzoso.

—Más mentiras. —Suelta mi pezón y desliza una mano hacia mi ropa interior, gimiendo—。 Apuesto a que estabas tan empapada como lo estás ahora. Estabas decepcionada de que no tomé tu virginidad como un hombre de las cavernas, ?verdad? Apuesto a que también lo pensaste toda la noche.

Antes de que pueda siquiera entender sus palabras, me levanta agarrando mi garganta para que me arrodille y él esté justo detrás de mí.

—No dejes de dibujar.

—Killian…

—Dibuja. —Su orden me hace temblar, pero dejo que mi mano haga lo suyo mientras soy incapaz de apartar la mirada del espejo.

Me quita las bragas para que ambos estemos completamente desnudos, luego ahueca mi centro.

—Apuesto a que este peque?o capullo se sintió excluido mientras te llenaba la boca con mi polla. Tenemos que compensarlo, ?no crees? Abre las piernas lo más que puedas.

Es difícil en esta posición, pero lo intento y desliza su polla contra mi abertura. Muerdo mi labio inferior preparándome para la penetración, pero él solo desliza su erección contra mis pliegues.

Una vez.

Dos veces.

Tres veces.

Estoy a punto de correrme solo por la fricción, pero no es suficiente. Me he dado cuenta de que si bien me encanta despertarme con sus labios en mi centro o cómo me toca con los dedos casualmente hasta el orgasmo durante los viajes en automóvil, me encanta diez veces más cuando su polla me destroza de adentro hacia afuera.

Nunca lo voy a admitir, pero también me encanta despertarme o irme a dormir con su polla dentro de mí.

Por lo general, es rápido para llegar a esa parte, pero obviamente no hoy. Sigue frotando su polla sobre mis pliegues sensibles, mi clítoris, mi entrada, pero nunca empuja.

—Killian, por favor…

—?Por favor qué?

—Ponlo adentro…

—Mírate siendo tan jodidamente adorable y rogando por ello. ?No se suponía que debías estar dibujando?

—Ponlo —exijo esta vez, moviendo mis caderas para poder atrapar la punta.

—Jugaremos algo antes de eso.

—Este no es momento para juegos.

—Seguro que lo es. Entonces, mi conejito. Quiero que admitas una de dos cosas. La primera es la declaración obvia de ser mía. La segunda es que me deseaste esa primera vez.

Lo miro a través del espejo.

—No.

Zas.

Jadeo cuando la picadura se registra en mi núcleo y se extiende por todo mi cuerpo.

Santa mierda. ?El bastardo acaba de azotarme el co?o?

Lo hizo, y la picadura duele tan bien, creo que me vine un poco. ?Qué demonios es lo que me pasa?

—Lo intentaremos de nuevo. Di uno.

—Yo no te deseaba, ?estás loco? —gru?o.

—Entonces di que eres mía.

—No.

Zas. Zas. Zas.

Un sollozo entrecortado mezclado con un gemido resuena en el aire y me doy cuenta de que es mío mientras el orgasmo amenaza con tomarme como rehén.

—Estás goteando por toda mi mano y la alfombra, cari?o. Tal vez deberíamos cambiar el método de castigo si lo estás disfrutando demasiado. Ahora, di lo primero.

Estoy jadeando cuando me encuentro con su mirada en el espejo, luego bajo lentamente la cabeza y la sacudo.

Esta vez, las bofetadas duran tanto que creo que me desmayaré por la mezcla de placer y dolor.

—Joder, dilo, Glyndon.

—Te deseaba —lloro—。 No entiendo por qué, pero te deseaba, maldito bastardo.

—Bien. —Su voz se vuelve más oscura mientras empuja dentro de mí lento pero profundo, y es suficiente para lanzarme al borde.

Mis jadeos y gemidos se mezclan en una sinfonía de placer, una que no se acerca a igualar su propia violencia caótica.

él será la muerte para mí.

Literal y figurativamente.

—No dejes de dibujar, mi conejito. Muéstrame lo que esas manos pueden hacer mientras estás llena de mi polla.

Dibujo caóticamente, con el mismo ritmo que él me folla. Profundo, crudo y tan fuera de control que casi no puedo respirar.

Nunca hubiera pensado que el sexo podría ser tan animal, tan completamente desquiciado.

Me ha arruinado para todo el sexo.

No creo que jamás sería capaz de encontrar placer si no me ahogaran, me tiraran al suelo y me reclamaran correctamente sin que yo tuviera nada que decir al respecto.