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God of Malice (Legacy of Gods #1)(40)

Author:Rina Kent

—?Qué debo hacer para que te detengas?

—Puedo sentir tu peque?o y apretado co?o apretándose alrededor de mis dedos. ?De verdad quieres que me detenga mientras estás al límite?

—No es asunto tuyo. Solo déjame. —Prefiero morir de frustración sexual que tener un orgasmo en su mano.

Levanta un hombro y me lanza una mirada.

—Lo consideraré si me dices a quién te refieres con ustedes.

—Mi hermano y mi primo. —Exhalo—。 Son diferentes al resto de nosotros.

—Mmm. —Su expresión no cambia, pero su mano se detiene a pesar de que sus dedos todavía están profundamente dentro de mí.

La palpitación aumenta y me estremezco, tratando y fallando en contenerla. Mis muslos tiemblan y creo que me muevo hacia adelante.

Mis ojos se abren cuando me doy cuenta de lo que he hecho. Creo… que simplemente me apreté contra su mano.

Espero, deseo y rezo a todas las deidades bajo el sol para que no lo haya notado.

?Pero a quién estoy enga?ando?

Una sonrisa lobuna levanta sus labios mientras se sumerge con renovada energía. Su pulgar rodea mi clítoris mientras empuja salvajemente tan profundo que creo que realmente me destrozará.

—Dijiste que… lo considerarías.

—Lo hice, y decidí no parar. Además, eres una zorra por mis dedos, cari?o.

No puedo fingir o detener esto. Incluso mis manos ya no ara?an las suyas cuando la ola choca contra mí.

El hecho de que vayamos a toda velocidad por un camino oscuro ni siquiera me asusta. De hecho, se suma a la emoción.

Golpeo una mano sobre mi boca para ahogar el grito mientras me rompo en pedazos alrededor de sus dedos.

Pensé en la caída anterior, una caída diferente, y siempre la imaginé peligrosa.

Una sombra aterradora.

?Esta, sin embargo? Es completamente liberadora. Y no tengo la energía para odiarme a mí misma por ello.

No ahora.

—Dijiste que te detendrías —repito en la oscuridad silenciosa, aferrándome a la vana creencia de que no habría caído de la forma en que lo hice.

—No, no lo hice, tú lo asumiste. Sin mencionar que estabas moviendo tus caderas como una peque?a puta cachonda, así que deja de desafiar por desafiar. —Saca sus dedos de dentro de mí.

El calor cubre mi oreja y cuello cuando levanta sus dedos frente a su cara y los mira brillando con mi excitación.

—Tengo otra pregunta para ti. —Frota los dedos que estaban dentro de mí contra su pulgar, manchando la pegajosidad de una manera que me dan ganas de arrastrarme por un agujero y morir—。 Sentí algo justo ahora y tengo curiosidad.

Desliza el primer dedo dentro de su boca y finge lamerlo antes de continuar con el otro. Sus ojos nunca dejan los míos durante todo el proceso y debería estar preocupada de que nos estrellemos contra algo, o que caigamos a nuestra muerte.

Pero parece que no puedo pensar en eso ahora.

O el orgasmo realmente no ha terminado o estoy mal de la cabeza, porque mi boca se seca y mis muslos tiemblan.

Después de un último roce de su lengua alrededor de sus dedos, los saca.

—Dime, Glyndon. ?Estaba tocando tu co?o virgen?

10

KILLIAN

La expresión en el rostro de Glyndon solo puede clasificarse como el comienzo de un ataque.

Si fuera otra persona, estaría dispuesto en un noventa y nueve por ciento a dejar la situación en ese instante y pasar a otros asuntos urgentes.

Como el estado de mi polla que, una vez más, cruzó la línea roja del control de impulsos. Este cambio de eventos es más blasfemo que cuando su cara estaba llena de mi polla mientras lloraba.

Y la razón no es otra que hacerla llegar al orgasmo.

No obtengo placer en dar. Ni siquiera doy. Follo. A menudo, mi liberación es el final del juego. O solía hacerlo antes de que todo el evento se convirtiera en una tarea monótona y sin placer. Mis compa?eras de sexo anteriores saben que corresponder no es parte de mi modus operandi, pero aun así me ruegan por chuparme la polla de todos modos.

Como un no dador certificado, la única razón por la que metí mis dedos en el co?o de Glyndon fue por dominación, nada más, nada menos. No estaba planeando dejarla terminar y solo quería llevarla al borde y dejarla colgada para que suplicara por una liberación y aun así no la consiguiera.

Pero entonces sucedió algo interesante.

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