No me agradó la idea de que Adrik fuera un cómplice.
—Lo dejas ganar para que te dé libertad —dije para confirmar si había entendido bien.
—Algo así —afirmó con una nota ácida.
—Es injusto. Al final estás haciendo lo que él quiere.
Adrik fijó la mirada en mí. Quise preguntarle por qué se veía cansado. ?Había algo que no le dejaba dormir? Esas ojeras…, ?qué o quién las causaba?
—Soy un Cash después de todo, como tú dices —soltó, elevando un poco la comisura derecha en una sonrisa agria—。 Prefiero no enfrentarme a nada, solo lo dejo pasar. Si hay un problema, le presto atención cuando me golpea la cara, y si me piden que haga algo, lo hago, porque me parece tedioso contradecir o crear un lío que luego no quiero manejar.
Miré la botella con el ce?o fruncido, algo enojada por lo que me estaba contando. ?Es que, en todos los universos posibles, Aegan conseguía lo que quería de cualquier forma? Tener dominados a sus hermanos era algo muy rastrero.
—Pero tú… —empecé a decir, y apreté los labios con cierto disgusto—。 No tienes por qué seguir ese juego de los noventa días solo para complacer a Aegan. Aunque supongo que estás enamorado de la chica de la foto porque…
Al instante en que lo solté entendí que fue un error. Adrik me miró con sorpresa, como diciendo: ??Cómo rayos sabes eso??.
—Olvídalo —agregué con rapidez, pero por supuesto que él no lo ignoró.
—?Qué chica de qué foto? —preguntó.
Bueno, ya lo había soltado… Quise pegarme con una piedra en la boca. En definitiva, ese no era mi día. Bebí un trago largo en un gesto de frustración y cogí impulso para continuar.
—La de tu habitación —respondí—。 La vi, y también sé que te tiras unos pedos horribles.
Adrik soltó aire por la boca en una risa ácida y nada divertida, más bien me pareció algo absurda. Al mismo tiempo negó con la cabeza.
—No estoy enamorado de la chica de esa foto.
Tensó más la mandíbula y hundió un poco las cejas. Avisté un gesto de disgusto, así que sentí la necesidad de aligerar el momento.
—Mira, yo no te voy a pedir nada, ?de acuerdo? El hecho de que nos hayamos besado ni siquiera estuvo bien y…
—Es mi prima —me interrumpió, algo bajo. Cerré la boca abruptamente—。 Bueno, era como mi hermana.
De acuerdo, eso no me lo esperaba. Ni siquiera supe qué decir, hasta que caí en cuenta del tiempo verbal que había usado.
—Espera, ?has dicho ?era?? ?Es que le pasó algo?
—Se fue, ya no está aquí —contestó, y miró hacia la calle, esa vez serio e inescrutable, de nuevo con esa expresión que no permitía descifrar nada.
Aun así, entendí que el hecho de que ese asunto le había afectado. Por eso abrí la boca para decir algo, para tratar de enmendar mi error, de salvar el momento, pero balbuceé y solo logré decir:
—Mierda, lamento habértela recordado, Adrik. Yo…
—Tranquila, no importa —me interrumpió él, seco, duro, como el Adrik inalcanzable de siempre.
Entendí que no debía preguntarle más sobre esa chica, que no debí siquiera mencionar lo de la foto. Mierda, a veces soy una bocazas.
Nos quedamos un momento en silencio. Tuve la peque?a esperanza de que desapareciera el aire incómodo y distante que se había creado al sacar el tema de su prima, pero ya no había arreglo y me enojé conmigo misma por ello. Cuando Adrik por fin se abría para contarme cosas, de repente yo decía algo que no debía y él alzaba de nuevo los muros, y volvía a su faceta de chico silencioso y frío al que no le quedaban ganas de hablarle. ?Qué demonios pasaba conmigo?
Exhalé y me levanté del sofá.
—Debería irme ya —suspiré, sintiéndome estúpida por haberla cagado de ese modo—。 El rato fue increíble, gracias por… acompa?arme y eso.
—De acuerdo —se limitó a decir él, igual de frío.
Bien, ni siquiera le importaba que me fuera. Seguramente estaba enfadado.