—Artie —dije, pues sabía que estaría escuchándome—, lo siento mucho. Debí decirte que nos fuéramos. No, en realidad debí preguntarte si querías ir a esa cena antes de decidirlo. Fue estúpido por mi parte.
No obtuve respuesta.
—De verdad lo siento —agregué en un suspiro—。 Si estás enfadada, tienes todo el derecho de no aceptar mis disculpas y de dejar de hablarme, lo entenderé.
Sin respuesta.
—Bueno, gracias por haberte preocupado por mí —finalicé—。 Prometo no fastidiarte a partir de ma?ana. Por favor, no te sientas mal por culpa de ese imbécil. Buenas noches.
Me di la vuelta para ir a mi habitación a recriminarme a mí misma por mis acciones.
Pero de pronto la puerta de Artie se abrió.
Apareció ante mí con los ojos enrojecidos y llorosos, y el maquillaje arruinado. Sí, había estado llorando, pero he aquí lo importante: lejos de parecer triste o afligida como la Artie del restaurante, se veía enfadada, resentida y sobre todo decidida a algo.
Ahí fue cuando me soltó la bomba que lo cambiaría todo:
—Jude, hay algo que debes saber.
—?Sobre qué?
—Sobre Aegan.
Mi corazón se aceleró. Tuve un presentimiento extra?o.
—Por el tono en el que lo dices parece malo.
Ella asintió.
—Es malo.
Oh.
Dios.
Esto acababa de ponerse bueno.
8
Los secretos de Aegan Cash tienen más secretos
Mi cara mostró un ??qué??.
Y mi boca emitió un:
—?Qué?
Artie se limpió la nariz con la mu?eca y entró de nuevo en su habitación, esta vez dejando la puerta abierta para que yo pudiera pasar. La vi dirigirse a su cama. Pensé que se sentaría o se lanzaría sobre ella para empezar a llorar como una princesa Disney, pero ya debiste haberte dado cuenta de que en esta historia no hay princesas ni suceden cosas buenas como las que les pasan a las princesas.
Artie se inclinó, alzó un poco el colchón y cogió algo de debajo de él. Cuando soltó el colchón y vi que era un paquete de cigarrillos y un encendedor, la miré con los ojos bien abiertos de la sorpresa.
—?Fumas? —pregunté, y lo hice con tono de sorpresa porque, vamos, desde el día número uno Artie había dado toda la impresión de ser una chica buena que evitaba los problemas. ?Ahora sacaba cigarrillos de debajo de su cama?
Definitivamente, mis sospechas de que no era la chica que aparentaba eran ciertas.
—Cuando tengo mucho estrés por los exámenes —suspiró mientras encendía uno— o por cosas… así.
Dio una calada como si fuese lo único que necesitara, se sentó en la cama y se apoyó en el cabecero con las piernas contra su pecho. Yo me acerqué para sentarme en el borde, a la expectativa, ansiosa de escuchar lo que tenía para decir.
—?Y bien? —le animé a contarme—。 ?Qué debo saber?
No dijo nada al instante. Miró el vacío por un momento con los ojos humedecidos, y luego, como si ya lo hubiese decidido, me miró, y juro que, de alguna forma, su aspecto en ese instante nada tenía que ver con la chica temerosa y nerviosa que solía ser. Parecía alguien que había estado guardando mucho dolor y que finalmente explotaba, pero sobre todo era evidente que estaba dispuesta a hablar de algo de lo que no había hablado con nadie más.
—?Has oído el nombre Eli Denvers? —me preguntó.
La busqué en mis registros mentales.
—Recuerdo lo que contó Dash, que los Denvers son una de las grandes familias que hacen donaciones anuales a Tagus —contesté—。 Pero Eli, exactamente, no sé quién es.
—Estudió aquí el a?o pasado, y era la novia de Aegan —me reveló—。 La novia oficial, la que conocía desde que iban al colegio, con la que no tenía tiempo límite.
Al escuchar esto, me quedé patidifusa (me hace gracia esta palabra y quería usarla)。
Es que ?te imaginas al Aegan que te he presentado hasta ahora con una relación seria? Yo no pude hacerme la idea en ese instante, primero porque: ?qué chica tenía la paciencia y la poca dignidad necesarias para amar a ese troglodita? Y segundo porque: ?ese troglodita podía querer a alguien?