Entonces no había desaparecido, sino que se había ido por su cuenta.
O eso parecía…
—Hola, Jude Derry —escuché de repente.
Al ver el rostro que se había alzado sorpresivamente desde detrás de la pantalla de la computadora en la que estaba casi metida, mi cuerpo reaccionó muy rápido y llevó a cabo distintas acciones: di un salto de susto junto con un gritito mientras que desesperadamente traté de cerrar todas las ventanas que había abierto. Todo eso hizo que casi me cayera de la silla y me dejó temblando.
El causante: Aleixandre Cash.
Soltó una carcajada. Lo miré como si estuviese loco.
—??Qué pasa contigo?! —me quejé, con el susto todavía en la voz y el corazón acelerado por el temor de que hubiese visto algo—。 ??Por qué apareces así?!
Aleixandre continuó riéndose de mí como un muchachito orgulloso de sus travesuras. Rodeó la mesa y de un salto se sentó en el borde, junto a mi ordenador. Tenía el cabello azabache peinado hacia atrás en un aire sensual pero relajado, y como siempre se veía extremadamente limpio, sin arrugas, como recortado de una página de revista de moda.
—En mi defensa, diré que no he entrado de forma sigilosa, ni mucho menos, pero estabas tan concentrada que no me has visto —aclaró cuando pudo dejar de reír.
Me puse una mano en el pecho.
—Oh, Dios, se me va a salir un pulmón —suspiré.
él entornó un poco los ojos con divertida suspicacia.
—?Por qué te asustaste? —quiso saber—。 ?Acaso estabas haciendo algo malo?
Solo tenía una opción: mentir.
—Estaba leyendo historias de terror —dije con naturalidad, exigiéndole a mi corazón calmarse.
—Ya —asintió él con un tonillo de ?díselo a alguien más a ver si te cree?.
Pensé que intentaría averiguar la verdad, que insistiría, pero no preguntó nada más, solo miró el costoso reloj de su mu?eca y después echó un vistazo hacia la puerta como si estuviera esperando a alguien.
—?Qué haces aquí? —me atreví a preguntarle.
Me esperé una respuesta odiosa tipo Adrik o Aegan, pero contestó abiertamente:
—He quedado con una chica para que me ayude con unos informes. Debería llegar en cualquier momento.
Ni siquiera llevaba mochila o cuadernos o un mísero bolígrafo para hacer algo.
—?Por qué no se ven en la biblioteca principal?
él me miró de reojo, otra vez con la sonrisa de ?la vida es mi parque temático?.
—?Quieres que te haga esa misma pregunta?
Inteligente. Muy inteligente. ?Qué hacía yo usando una computadora de la biblioteca que era exclusiva para profesores y estudiantes del consejo? Sospechoso también.
—Bien, yo ya me iba —avisé.
Empecé a recoger mis cosas y a guardarlas en la mochila. Mientras, Aleixandre sacó su móvil porque sonó una notificación. No vi qué había recibido, pero noté algo raro. Hubo un ligero cambio entre el instante en el que desbloqueó el teléfono y el instante en el que miró lo que fuera que le había llegado. Se quedó como congelado un momento y después alzó la mano hacia su cabello y se lo peinó hacia atrás, aunque ya estaba bien peinado.
Hum… Un gesto de nerviosismo. ?Qué habría recibido?
Imaginando las más locas posibilidades, de repente tuve una idea. Tan rápido y tan de golpe que no entendí cómo no se me había ocurrido antes.
?Claro!
Aleixandre. El menor. El que, según me había contado Kiana, socializaba con más facilidad. El que iba de fiesta en fiesta y se dedicaba a disfrutar. El de la amplia y divertida sonrisa que parecía una invitación a hablar con él, a relajarte y reírte con lo que te decía. Todo él transmitía un claro mensaje: ?Acércate, yo sé cómo pasarlo bien?. Con ese chico sí se podía tener una conversación, pero lo más importante: se podía lograr lo que no podía conseguir con Aegan.
Jude tonta y mentirosa: activada.
—Supongo que al final no me admitieron en el equipo del periódico, ?no? —dije de repente.