—Solo porque a mi padre le pareció que sonaba a secta —fue su respuesta—。 Ahora sígueme por favor.
Empezó a guiarme por un pasillo en donde tampoco vi nada sospechoso, solo cuadros y diplomas enmarcados, tal vez de miembros anteriores.
—?Tú no tienes pensado unirte a algún club? —me preguntó—。 Hay muchos en Tagus.
—Después de haber visto la serie Scream Queens no creo que sea buena idea —respondí.
Soltó una risa.
—Eres graciosa, Jude.
Volvió a girarse cuando cruzamos otro pasillo. Lo que noté es que era una casa con bastantes puertas. Eso me decepcionó por un momento, aunque no sabía qué rayos esperaba. ?Descubrir que eran una secta? ?Toparme con una cabeza cortada y colgada sobre una chimenea? Solo me pareció que era un buen sitio para explorar y descubrir cosas, pero no vi nada que me resultara sospechoso.
—Bueno, Aegan debe de estar afuera —comentó Aleix, e iba a decir más, pero de pronto se dio cuenta de algo y se detuvo.
Casi me choqué con él porque se quedó mirando hacia un lado donde había otro pasillo. Eché un vistazo con curiosidad y me fijé en que, al fondo, había una puerta medio abierta. De ella colgaba un letrero de no pasar.
No entendí qué hacíamos mirándola hasta que…
—Esa puerta no debería estar abierta —murmuró él, tan bajo que me costó oírlo.
—?Por qué? —pregunté de chismosa.
Esperé tan confiada una explicación que me sorprendió cuando él se volvió hacia mí y me dedicó esa sonrisa que ya sabía que usaba con todo el mundo y que, de alguna forma, siempre era igual de radiante y accesible. Lo raro era que la esbozaba con brusquedad, como si le costara hacerlo.
Yo notaba esas cosas porque llevaba días analizando a los Cash muy detenidamente. Otra persona lo habría pasado por alto.
—Tú, por favor, sigue hasta el final y saldrás al área donde está Aegan —fue lo que me respondió, de nuevo como un guía—。 Yo iré en un momento.
Y me puso una mano tras el hombro y me impulsó con suavidad más allá del inicio de ese pasillo para que caminara.
No me quedó otra que hacerle caso. Seguí sola. Por un instante miré hacia atrás y lo vi perderse por el otro corredor. Me quedó la sensación de que eso había sido extra?o.
Al pisar el exterior de la casa, mi inquietud por Aleixandre se desvaneció y solo pude pensar: guau.
El terreno que rodeaba la casa era inmenso. Metros y metros de césped cuidadosamente cortado al nivel perfecto se extendían bajo el sol de la tarde. Había mucho terreno, pero capté lo que mi campo visual abarcaba. Un peque?o establo, un estanque, un círculo de troncos con restos de una fogata apagada y algunos caminos marcados por piedras.
Aegan estaba cerca del establo. Por desgracia, no estaba solo. Lo acompa?aban un par de chicos y un trío de chicas a quienes ya había visto varias veces cerca de él. No podía decirse que fueran sus amigos, pero siempre eran los mismos, así que eran considerados como las personas que Aegan prefería para hacer algunas actividades, tal vez porque eran más importantes que el resto. Seguramente habían conocido a Eli, hablado con ella, ido a las mismas fiestas, pero eran tan culos estirados que sabía que de ellos no obtendría más que saludos hipócritas y críticas apenas les diera la espalda, así que sus nombres no me importaban, y socializar con ellos, menos.
Caminé hacia Aegan, muy campante. Apenas él vio mi fabulosa presencia yendo en su dirección, la enorme sonrisa con la que había estado contando algo empezó a reducirse con lentitud al mismo tiempo que su ce?o se hundía en una clara expresión de que no entendía qué demonios hacía yo ahí. Fue un gesto tan épico que lo habría grabado solo para guardarlo como momento histórico.
Alzó una mano para disculparse y se acercó a mí a paso poderoso antes de que yo llegara.
—?Qué haces aquí? —soltó apenas me detuvo frente a él, nada contento.
—He venido con Aleixandre —me defendí rápido.
él miró en todas las direcciones como buscando algo, luego volvió a mirarme a mí, severo, con los ojos de un gris casi transparente, intensos y amenazantes.