Finalmente salí del ba?o. Una escalera a?adida de forma extra en la parte trasera de la casa me llevó a la terraza, que parecía una zona muy distinta a la de abajo.
Ahí todo era más moderno. La piscina era grande, muy azul, y varios chicos, incluido Aleixandre, estaban jugando a vóleibol acuático. Apenas me vio, con los brazos extendidos hacia arriba, el cabello mojado hacia atrás y su gran sonrisa me gritó:
—?Jude! ?Lánzame una banana que tengo hambre!
Lo ignoré y seguí. También había un área de sillas para tomar el sol, una barra de bar y una caseta de DJ desde la que salía música. Alrededor, barras tiki, lámparas, algunos sofás y sombrillas. Lo más importante: había unas cincuenta personas.
Y parecían haber sido seleccionadas estratégicamente. En su mayoría eran del círculo cercano de los Cash. El resto eran de círculos importantes en Tagus. Eran más chicas que chicos. Chicas con cuerpos tan fitness que me dieron hambre, melenas largas y perfectas, algunas con asombrosos labios rellenos, u?as pintadas de colores mates y bronceados delicados. En resumen: comparada con ellas, yo parecía un fideíto, un adefesio, un moco pegado en el labio superior de un feo.
Un moco con un ridículo y estúpido ba?ador de bananas.
Ni siquiera tardé dos minutos en comprender qué estaba pasando. Toda esa gente ahí, todas esas chicas hablando con curiosidad, con ansias de elaborar una buena historia…
El rumor.
Aegan quería testigos que pudieran confirmar el rumor de que yo era agresiva y podía golpearlo. Pero… para eso yo tenía que montar alguna escenita o comportarme como el día anterior al presentarme en el club. Aegan debía de estar seguro de que eso sucedería.
O seguro de que él haría que sucediera.
Pues ya vería.
Avancé con la cabeza en alto y fui directa hacia donde estaba Aegan, cerca del borde de la piscina. Hablaba con su grupito de siempre y con algunos chicos y chicas engreídos que no reconocí. Mientras me acercaba tuve que admitir que el condenado resaltaba, que emanaba algo que te impedía dejar de verlo. Me pregunté: ??Por qué, Dios? ?Por qué a veces haces que la maldad se vea hermosa??.
—?Ah, Jude! —exclamó él en cuanto me detuve a su lado, y luego preguntó a todo su círculo—: Ya la conocen, ?no?
—Claro, es todo un personaje —dijo una de las chicas.
Y con una sonrisa me echó un repaso lento. Noté la chispa despectiva al fijarse en las bananas de mi biquini.
Activé a la Jude que Aegan no esperaba.
—?Hola! —saludé con mucha afabilidad a los presentes—。 Y hola, cari?o. —Tuve que ponerme de puntitas para lograr darle un cari?oso beso a Aegan en la mejilla.
Como toque adicional entrelacé mi mano con la suya y me pegué a su brazo, sonriendo ampliamente y con felicidad. Que me mirara por un instante con los ojos medio entornados me hizo entender que lo había tomado por sorpresa con ese gesto dulce, pero no lo demostró.
De todas formas, me mantuve así, pegada a él. Su mano era muy grande entre la mía.
Habían dicho que yo era agresiva, ?no? Les demostraría que era todo lo contrario.
—Es sorprendente que estén juntos —comentó divertido un chico del círculo al vernos en ese plan— porque parecía que se odiaban.
Oh, nos odiábamos mucho, sí.
—Es que Aegan no quería admitir que el hecho de que yo lo desafiara, le gustó. —Reí con dulzura.
él esbozó una sonrisa de labios pegados, falsa.
—Claro, y tú no querías admitir que me desafiaste porque te gusté en cuanto me viste —replicó.
Ambos emitimos una risita estúpida. Qué hermosa nuestra relación artificial, ?verdad?
A?adí un comentario para todos.
—Miren, les juro que una vida no es suficiente para describir cuánta suerte tengo. —Parecía la ganadora de un Oscar diciendo esa ridiculez, en serio—。 Cada día, cuando me despierto por las ma?anas, digo: ??Hoy soy la novia de Aegan Cash! ?Es que Dios no me ha dado ya todo lo que necesito??.
Suspiré para a?adirle drama al momento y luego intenté hacer lo que ya sabía que, por desgracia, debía hacer.
Besarlo.
Sí, debía hacerlo. Si quería convencer a todos de que Aegan me gustaba, tenía que sacrificarme.