—No sé cómo puedes soportarlo—, dice finalmente, mirándome por encima de sus gafas de sol. —Yo estallaría de curiosidad si fuera tú.
—Yo también tengo mucha curiosidad. Pero es más como… una feliz expectativa.
—?Cuándo decidiste que sería una sorpresa? — pregunta. Me 230
acaricio el estómago en mi ensue?o.
—Todo el embarazo es una gran sorpresa. Cuando el doctor me preguntó si quería saber el sexo de los ni?os, pensé que sería divertido esperar. La sorpresa es en realidad el tema de todo esto.
Desde que estoy en casa de Ofelia, no siento que tenga que susurrar sobre mis hijos cada vez que hablo de ellos. Me ha ayudado a relajarme y a aceptar el hecho de que no tengo otra opción, tengo que aceptar lo que es y buscar por mí misma lo positivo. Mi tía probablemente no lo sabe, pero supongo que gracias a ella ahora, seis semanas antes de la solución planificada, no pierdo la cabeza.
Y debido a que su gusto en términos de ropa para ni?os deja mucho que desear. Todavía me siento débil al recordar los pantalones de látex verde fuerte que me mostró con un brillo en los ojos, que me pondría, en el mejor de los casos, para ahuyentar a los insectos.
—Cari?o, suena tu teléfono celular—, dice Ofelia, se?alando una peque?a mesa entre nuestras tumbonas.
Muevo las gafas de sol por encima de mi cabeza para mirar la pantalla. Cuando veo quién llama, mi corazón está en mi garganta.
Cyril.
Tomo el teléfono en mi mano y miro indecisa a la peque?a foto encima de su nombre. La tomamos en mi último cumplea?os. Cyril me abrazó y me atrajo a sí mismo. Sonrío a la lente como si fueran los momentos más hermosos de mi vida.
Me recuerda lo mucho que una vez significó para mí, y al mismo tiempo me sorprende saber de lo que es capaz y lo que hizo. Al principio no sé si responder o rechazar la llamada.
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Unos segundos más y tomo una decisión.
—?Hola?— Hablo en voz baja.
—Lydia.—Parece sorprendido, como si no esperara que respondiera.
Espero.
—?Qué… qué pasa?— pregunto.
Estoy tan sorprendida al principio, que no sé ni qué decir.
—Tienes que estar bromeando—。 Finalmente suelto.
Está en silencio. Puedo oírle tomar aire en sus pulmones con fuerza, y suspira. —No tengo ni idea de por dónde empezar.
—Entonces, ?por qué llamas?— Siseo.
De repente, no puedo controlar la rabia que me ha estado enfureciendo durante semanas. No puedo soportar más estar sentada en
la tumbona. Me levanto. Puedo sentir los ojos de Ofelia sobre mí, pero no la miro. Voy al jardín y trato de controlarme.
El rociador está encendido, me alejo para que no me moje.
—Quería disculparme—, comienza Cyril.
—Un poco tarde—, digo con amargura.
—Tienes derecho a estar enojada conmigo—, asegura rápidamente.
—Lo entenderé si nunca quieres volver a hablar conmigo. Te llamé para disculparme. Yo… siento mucho todo lo que ha pasado.
Apenas trago saliva e intento controlar el ardor debajo de mis párpados. La amistad con Cyril siempre ha sido importante para mí. El hecho de que terminamos en la cama es el resultado del exceso de alcohol y un corazón roto, que quería olvidar a toda costa. Fue maravilloso, pero al mismo tiempo imprudente y tonto. Y si supiera que Cyril contaba con algo más, nunca hubiera permitido que esto sucediera.
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—Cyril, me doy cuenta de que te lastimé—, le digo con voz temblorosa. —Pero hacer algo así…
—Lo sé.
—No te importó si destrozabas la vida de alguien. Estuviste cerca de hacérselo a Ruby, perdería su lugar en Oxford. Sin mencionar lo preocupado que estaba James por este asunto.
—No lo pensé—, dice.
—?Mentira!— Estallo. Me encantaría pisotearlo a lo largo del camino, estoy tan enfadada. —Cyril, nos conocemos desde hace 18 a?os.
No haces nada sin una cabeza fría, eres como James en este aspecto.
Sabías exactamente lo que iba a pasar. Sabías cuáles serían las consecuencias.
Está en silencio y lo escucho respirar rápido.
—Quería que todo fuera como antes. Quería que tú y James volvieran a mi vida, y no me importo quién pagara por ello, mientras estemos juntos de nuevo. Pero ahora sé que cometí un error. Siento mucho lo que hice.