Finalmente, me vuelve a poner en su regazo y su espalda se endereza. Su mano en mi garganta se aprieta mientras sus labios atrapan y succionan los míos, volviéndolos todos magullados.
—Joder —gru?e mientras sus caderas se sacuden—。 Joder, joder, podría quedarme en tu co?o para siempre.
Entonces lo siento contraerse y liberarse muy dentro de mí. Se retira, luego recoge su semen con los dedos y me los empuja de nuevo. Una y otra vez hasta que creo que me voy a correr otra vez.
—No podemos dejar que desperdicies ninguna gota.
Estoy medio aturdida, no soy capaz de distinguir mi entorno, pero puedo sentirlo colocándome en el colchón.
También puedo sentir que su calor se ha ido antes de que regrese y algo suave se coloca entre mis piernas.
Un escalofrío me recorre todo el cuerpo cuando besa mis pliegues y susurra contra ellos:
—Me guardaste este co?o porque soy el único que puede poseerlo, cari?o.
22
KILLIAN
Tap.
Tap.
Tap.
El sonido de mis dedos tamborileando sobre el reposabrazos de la silla fluye con un ritmo constante.
Pero no hay un atisbo de serenidad en mis huesos. De hecho, la furiosa tormenta de antes se ha elevado a distancias que no había experimentado antes.
El caos de la casa se ha calmado y todos se van o se dispersan por toda la propiedad como ratas.
Y estoy aquí.
En la penumbra, mi hábitat natural, mirando a la chica que está jodiendo todo mi sistema.
Glyndon ha estado profundamente dormida desde que la llené de mi semen. Cuando salí, su sangre estaba por todo mi pene y las sábanas, y esa escena me puso duro de nuevo. Pero como es una aguafiestas, se durmió.
No cambié las sábanas. La dejé acostarse allí, desnuda, con las piernas extendidas y con un poco de sangre seca entre los muslos. Es una escena que he estado viendo desde mi posición en la silla frente a la cama mientras quemo un cigarrillo tras otro.
Glyndon no se da cuenta del irritante cambio que está ocurriendo dentro de mí, que tiene poco que ver con el estado de mi pene semiduro, ya que ella continúa dormida. Sus labios hinchados están ligeramente separados, sus mejillas son de un ligero tono rojo y marcas violetas cubren sus tetas, sus caderas, su cuello, su estómago, sus muslos.
En todas partes.
Ella es un mapa de mi creación. Una potencial obra maestra en ciernes y, sin embargo, no es… suficiente.
Desde el principio, supe que necesitaba estimulación para ahogar la necesidad constante de más.
Y más.
Y jodidamente más.
Papá notó mis tendencias y me puso en deportes de alta presión y me llevó a cazar. Esas fueron sus soluciones para satisfacer mi inhumana necesidad de euforia.
Sin embargo, no pudieron durar mucho y el impulso los eclipsó. Así que comencé a pelear y a follarme a todos los humanos que se movían. Lo llevé a extremos que solo existen en las películas snuff.
Pero el sexo era sólo una solución temporal. Una tirita. Un analgésico que perdía su efecto al poco de terminar el acto. A veces, durante.
Perdía interés y la única razón por la que seguía jodiendo era para que terminara, esperando y desilusionándome, en una liberación mediocre.
A menudo, el sexo me aburría hasta las lágrimas, incluso con látigos, mordazas y cuerdas.
A menudo, pasaba sin él durante semanas porque la molestia y el drama relacionados con encontrar un agujero follable no valían la pena.
No fue hasta esa noche en el acantilado que tuve mi liberación más fuerte y rápida en… desde siempre.
Supuse que follar de verdad sería más satisfactorio, pero no tenía ni idea de que se adentraría en territorio desconocido. Tengo habilidades de deducción lo suficientemente buenas como para darme cuenta de cuánto me excita Glyndon sin intentarlo (todavía no puedo precisar por qué exactamente), pero la atracción, sin duda, está ahí.
Lo que no me di cuenta, sin embargo, es el nivel de liberación que podría tener con ella. Es similar a la primera vez que abrí los ratones y vi lo que había dentro de ellos. Es la emoción de poseer la vida de alguien entre mis dedos. Literalmente.
Podría haber roto su frágil garganta con un movimiento rápido de mi mano y enviarla a un universo diferente. Pero en lugar de luchar como de costumbre, se rindió e incluso vino por eso.