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God of Malice (Legacy of Gods #1)(102)

Author:Rina Kent

Lamo mis labios, haciendo un espectáculo de sacar mi lengua para atrapar cada gota de su embriagadora excitación. Nunca me ha gustado comer co?o, pero podría darme un festín con el de ella por toda la puta eternidad.

—Finalmente estás despierta, sol. Me estaba aburriendo Aunque el espectáculo de desnudos fue una buena distracción. ?Mencioné que me encanta cuando estás desnuda? Sin embargo, solo para mí, porque si alguien más te ve desnuda, tendremos un homicidio entre manos, y eso sería trágico y complicado.

Su estómago y sus tetas siguen subiendo y bajando a un ritmo irregular mientras traga.

—Tú… no lo hiciste.

—?Qué? ?Cometer homicidio? Todavía no, pero mi hermano cree que es cuestión de cuándo, no de si lo haré.

—Me refiero a esto. —Ella trata de empujar hacia atrás, pero mi agarre en sus muslos la mantiene inmovilizada—。 ?Acabas de darme un oral mientras estaba dormida?

Una sonrisa levanta mis labios.

—No podrías haber estado tan dormida si te corriste sobre mi lengua. Además, te dije que tu boca sucia y bonita me excita, así que a menos que estés de humor para la ronda veinte, deberías contenerte un poco.

Un tono carmesí cubre sus mejillas y gira la cabeza hacia un lado, sus dedos se clavan en las sábanas. Luego, como le gusta provocarme por deporte, trata de soltar su pierna de nuevo.

—No hagas eso. —Pellizco su clítoris y ella jadea, el sonido me afecta más de lo que debería permitirse—。 Si intentas alejarte de mí de nuevo, solo me molestará.

—Oh lo siento. ?Debería regocijarme de ser tocada por ti? ?Organizar una fiesta o algo así?

—Cuidado. —Mi mandíbula se aprieta.

—?O qué? ?Me follarás? —Resopla—。 Ya sacaste tu fantasía de la virginidad de tu sistema.

—Eso es solo el principio, no el final, cari?o. —Dejo que sus piernas caigan sobre el colchón y me arrastro sobre su cuerpo hasta que mi pecho cubre el suyo. Luego, al darme cuenta de que probablemente la estoy aplastando, nos doy la vuelta para que mi espalda se encuentre con el colchón y ella esté encima de mí.

Para asegurarme de que no intente ninguna broma, atrapo sus piernas entre las mías y dejo que mis dedos se pierdan en su cabello, desordenándolo un poco.

Desordenándola un poco.

A veces, es tan perfecta que me cabrea muchísimo.

Porque si bien las palabras de Gareth significan una mierda para mí, tiene razón sobre la parte del caparazón. Ella tiene un núcleo. Yo no.

El hecho de que nuestras diferencias siempre serán un muro entre nosotros me llena de más rabia.

Se apoya en sus manos que están en mi pecho y levanta la cabeza para mirarme con el ce?o fruncido.

—?El principio, no el final? ?Qué se supone que significa eso?

—No estoy seguro —digo distraídamente, observando el camino que hacen mis dedos a través de su cabello rubio casta?o y bajando por su garganta. Mis sentidos están actualmente obsesionados con el punto de pulso en auge que casi sale de su vena verdosa.

Me pregunto cómo se ve por dentro, en medio de toda la sangre. ?Qué más podría encontrar?

Pero eso significaría que tendría que abrirla, como todos esos pacientes post mortem, y la idea envía una sensación de náuseas a mi estómago.

Si veo dentro de ella, perderé su voz, su calidez, su temperamento e incluso su irritante lucha. Todo.

No la quiero muerta.

Mierda.

De hecho, no la quiero muerta y estoy listo para luchar contra mis demonios para que abandonen el impulso de ver dentro de ella.

—Querías mi virginidad y la conseguiste. ?Qué más quieres? —Su voz asustada me pone jodidamente duro, y eso es un inconveniente, considerando mis intentos de tomármelo con calma.

—Nunca dije que solo quería tu virginidad. Esa es tu propia suposición y no tengo ninguna responsabilidad por ello. Además, ahora que el himen está fuera del camino, puedo follarte cuando y como quiera sin tener que lidiar con tu lado demasiado dramático.

Ella suelta un suspiro tembloroso.

—?Cuánto tiempo tengo que abrir las piernas para que tengas suficiente?

—Todavía no lo he decidido, y deja de actuar como si no disfrutaras esto cuando tu sabor todavía está en mi lengua y tus gritos de placer resuenan en mis oídos. Puedo parecer calmado, pero tu actitud está irritando mi último maldito nervio.