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God of Malice (Legacy of Gods #1)(29)

Author:Rina Kent

El notorio Jeremy Volkov, de quien se rumorea que es un asesino en ciernes.

?Yo?

Un aroma a ámbar y madera me toma como rehén, y quiero pensar que es un juego de mi imaginación, como sucedió la semana pasada.

Desde que me acorraló cerca de la biblioteca hace una semana, he estado mirando por encima del hombro, revisando mis cerraduras y buscando en mi entorno.

Me ha puesto en un modo híper consciente en contra de mi propia voluntad, y he tratado de conquistarlo pintando, trotando y dejando que Ava me lleve a donde quiera.

Nada de eso ha funcionado.

Y estoy empezando a pensar que fue un truco psicológico. Específicamente me dijo que regresaría solo para mantenerme al límite, así que incluso si no me está atormentando físicamente, el impacto mental hace el trabajo.

Cada vez que he tratado de sacármelo de la cabeza, irrumpe en mi subconsciente con la persistente letalidad del veneno.

Por eso espero que ahora sea uno de esos momentos en los que estoy paranoica sin razón. Que solo necesito tomar una pastilla e irme a dormir.

Pero cuando me doy la vuelta, mis ojos chocan con esos monstruosos. Está de pie junto a un hombre que es más o menos de su altura, tiene cejas gruesas y oscuras y tiene una expresión cerrada, como si estuviera ofendido con el mundo mismo.

Debe ser Jeremy.

A pesar de su infame reputación de mutilar a la gente por deporte, no es a él a quien no puedo dejar de mirar.

Es el idiota a su lado con su camisa negra y pantalones negros y zapatillas deportivas. Está vestido de manera informal pero aún huele a corrupción, como un político hambriento de poder o un se?or de la guerra sediento de sangre.

Todavía se ve diez veces peor que su encantadora apariencia.

O tal vez sea porque, a diferencia de todas las personas presentes, soy muy consciente de lo que este diablo es capaz de hacer.

Automáticamente doy un paso atrás y sus labios se inclinan en una peque?a sonrisa.

Esa es la cosa.

El maldito psicópata disfruta llevándome al límite.

Demonios, se excita con eso.

—Oh, hola, Jer. —Annika tropieza con sus palabras—。 Realmente no quise venir aquí. Estaba recorriendo con mis nuevas amigas

—?Hacer un recorrido en un lugar en el que se supone que no debes estar? —Jeremy habla con poder sin esfuerzo, acentuado por una ceja levantada.

—Sólo estaba…

—Marchándote —termina por ella—。 Ahora.

—Oye. —Cecily se pone delante de ella—。 Ella puede decidir si se va o se queda sola porque, oh, creo que estamos en una edad en la que a las mujeres no se les dice qué hacer.

Jeremy la mira sin comprender, como si estuviera contemplando si debería o no aplastarla con una o dos manos.

Me encanta la valentía de Cecily, lo hago, pero no vale la pena arriesgar la vida para oponerse a algunas personas. Jeremy está en la parte superior de esa lista.

Annika parece saber eso también, porque sutilmente aleja a Cecily.

—Está bien. Regresaré.

Mi amiga, que obviamente tiene múltiples deseos de morir, la aleja con la mano.

—No tienes que hacerlo si no quieres.

—Quiero hacerlo, de verdad. —Annika niega con la cabeza y susurra—: No vale la pena.

—Camina delante de mí, Anoushka.

Annika inclina la cabeza y murmura:

—Lo siento.

Luego sigue la orden de su hermano. No están a dos pasos de distancia cuando Cecily echa humo:

—Ese maldito cerdo misógino simplemente no va a dictar la vida de Anni.

Y luego mi amiga loca los sigue.

—Te juro, ella es suicida —susurra Ava, luego grita—: ?Espérame, Ces!

No, no…

No escatimo un vistazo a con quién me quedo e intento seguirlas, chicas que defienden a las chicas y todo eso. La verdad es que prefiero enfrentarme a Jeremy que a su amigo psicótico.

Mi cabeza choca contra una pared de músculos y doy un paso atrás en estado de shock.

Una mano se envuelve alrededor de mi codo, aparentemente gentil pero todo lo contrario.

—?A dónde crees que vas?

Trato de liberar mi codo, pero él solo aprieta su agarre como advertencia.

Mi mirada se desvía hacia los lados, con la esperanza de captar la atención de alguien familiar, pero todos los rostros se han vuelto borrosos, incluso sin rasgos.

—Es inútil encontrar refugio en nadie más que en mí, cari?o.

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