Odio lo hermoso que se ve, pero lo que más odio es el estruendoso aleteo en mi pecho al verlo.
O el recuerdo de sus dedos entre mis piernas.
O lo mojada que estaba.
No, no. No es el pensamiento correcto para tener frente a un monstruo que huele tales emociones desde un planeta lejano.
Reuniendo mi ingenio, pregunto:
—?Qué estás haciendo aquí?
—Casi suena como si no me quisieras aquí.
—Vaya, ?soy tan obvia?
él entrecierra los ojos.
—Puedo obtener cualquier tarjeta de acceso que quiera. —Luego dirige su atención a Annika—。 Es hora de irse, princesa.
Se puso rígida tan pronto como él apareció, probablemente debido a su relación con su hermano.
—Tengo clases esta tarde.
—A las que no asistirás.
—Ugh. —Ella lo mira—。 ?Y por qué viniste a buscarme?
—Voluntario. M—e sonríe y desearía poder convertirme en uno con el suelo—。 Puedo dejar que te quedes aquí un poco más si me invitas a tu peque?o picnic.
—Puedes quedarte…
Annika ni siquiera ha terminado su oración cuando Killian irrumpe físicamente entre nosotros y le roba una aceituna.
—?Eso es un homenaje a mí? Incluso es rojo. —Se?ala lo que he estado esbozando: un retrato sin terminar.
Cierro de golpe mi cuaderno de bocetos.
—No todo en esta vida se trata de ti.
—No en esta vida, no. ?Pero tu vida? Discutible.
—Tengo que… —Empiezo a murmurar una excusa para irme.
—No seas un aguafiestas. —Hace un gesto en dirección a Annika—。 Ella solo tiene el tiempo que yo le permita, y luego vendrá conmigo para ser encarcelada en su torre de marfil por la noche. ?Está dentro de ti cortar ese peque?o tiempo libre?
Frunzo los labios y me quedo de mala gana. Esto no es por el bastardo. Es por Annika, que ya se ve miserable, sus hombros encorvados y sus movimientos lentos.
—?No puede quedarse en el dormitorio con nosotras esta noche? —pregunto.
—No se puede.
—Ustedes son dictadores.
Una sonrisa perezosa levanta sus labios.
—?Es eso así?
—Sí, lo peor de todo. Puede que quieras comprobar tu ego con un psiquiatra. Puedo referirte al mío si quieres.
él tararea, el sonido bajo en su garganta.
—?Tienes un psiquiatra?
La pregunta es bastante inocente, pero me hace darme cuenta de que he divulgado demasiada información.
Tal vez él piensa que estoy loca. Tal vez sea una de esas personas ignorantes que piensan que un psiquiatra es igual a una sala de psiquiatría.
No es que me importe.
Jesús.
Levanto la barbilla.
—Sí, lo tengo.
—Recomiéndame.
Lo miro por un segundo demasiado largo. Dudoso ni siquiera comienza a explicar mis emociones.
—?De verdad?
—?Alguna vez te he mentido?
—Incontables veces.
—Eso no fue mentir. Te estaba dando opciones. No es mi culpa que vayas por los difíciles. —Empuja mi hombro con el suyo, y juro que casi me incendia donde me toca—。 Hablo en serio sobre la recomendación.
—?Estarías dispuesto a ir a un psiquiatra?
—?Por qué no lo haría?
Porque es demasiado asertivo en sus formas enfermizas, por eso. Las personas que van a los psiquiatras esperan mejorar, pero estoy bastante segura de que Killian piensa que esta es la mejor versión de sí mismo.
—?Te das cuenta de que estás enfermo y necesitas terapia? —Intento lanzarle la indirecta.
—No, solo quiero ver la cara de la persona a la que le cuentas tus secretos más profundos y oscuros.
Por supuesto, el bastardo solo quiere ponerme nerviosa.
—?Por qué esos bichos raros te miran como pervertidos? —Anni interrumpe nuestro intenso contacto visual y lo rompo para enfocarme en dónde inclina la cabeza.
Gimo.
—No les hagas caso. Realmente no les agrado en mi clase porque piensan que recibo un trato preferencial por quien es mi madre. Incluso a mi profesor le gusta criticarme más que a ellos. Así que me acostumbré.
Killian tararea un momento y luego me mira.
—?Cómo se llama el profesor?
—Skies. ?Porque lo preguntas?
—Sólo curiosidad. —él sonríe y si lo viera en la televisión por primera vez, lo encontraría encantador, incluso digno de un peque?o enamoramiento, pero desafortunadamente, sé lo que se esconde debajo de esa sonrisa muy bien—。 Por cierto, deberías irte a dormir temprano esta noche. Nada de vagar en lugares extra?os.