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God of Malice (Legacy of Gods #1)(63)

Author:Rina Kent

Me paro en medio del patio delantero, cierro los ojos e inhalo el olor profundamente en mis pulmones.

Una intoxicación inexplicable hierve en mis venas al poder saborear el miedo, sabiendo que yo soy la razón por la que está allí en primer lugar. Estas dosis ocasionales de depravación me permiten tener suficiente equilibrio para mezclarme con la sociedad sin convertirlos en asesino en serie.

Me detengo de matar cazando y planeando para cazar.

O últimamente, con la promesa de ser due?o de cierta chica.

Mis músculos se tensan y un pensamiento blasfemo se forma lentamente en mi cerebro. Como si tal vez debería colarme en la habitación de Glyndon en lugar de cazar aspirantes.

No.

Esperé meses por hoy y simplemente no permitiré que las distracciones me influyan.

Dejo que mi mirada caiga en el camino de tierra, me dirijo hacia el norte y sonrío cuando encuentro innumerables marcas de zapatos en la tierra, que conducen al bosque que rodea la propiedad.

Las personas están biológicamente dise?adas para seguir la dirección de su brújula interna: el norte. Aquellos que eligen de manera diferente tienen un sentido de dirección sesgado o simplemente van contra la corriente para sentirse inteligentes.

—Números setenta y cuatro y dieciocho eliminados. —El altavoz resuena en la distancia.

Mmm.

Parece que los demás ya han comenzado.

Eso no me afecta ni un poco. Ganar es solo un bono, no el propósito real. La caza lo es.

Me tomo mi tiempo siguiendo a un grupo de personas que pensaron que formar una tribu era una buena idea.

El seguimiento de los pasos ha sido algo natural para mí desde que comencé a cazar cuando era ni?o. La clave es buscar la presa más vulnerable. Aquellos cuyos zapatos hacen los agujeros más profundos en el suelo, porque están tan asustados que ponen todo su peso en escapar.

Corro en la dirección que tomaron, mi respiración regulada, normal, como si no me estuviera esforzando físicamente. Un crujido viene del árbol de adelante y balanceo mi bate y golpeo.

Un gemido masculino viene primero antes de que un cuerpo caiga con un ruido sordo, agarrando su hombro. El crujido que hace eco en el aire hace que mi sangre hierva y que el nivel de endorfinas aumente dentro de mí.

Continúa llorando como una perra y simplemente lo piso mientras continúo mi carrera.

—Número cincuenta y uno eliminado —dice el altavoz.

Disminuyo la velocidad cuando llego a un claro qué está casi libre de árboles y dejo que mi bate se clave en el suelo mientras inclino la cabeza hacia un lado.

Los pasos van en círculos, luego explotan en diferentes direcciones.

Espera.

No.

Es un camuflaje. A juzgar por los pasos exagerados, sabían que algunos de nosotros podíamos rastrearlos, así que crearon una ilusión para hacerme creer que iban a todas partes.

Oh, son buenos. Deben haber estado en otras iniciaciones antes.

A juzgar por la cantidad de pasos que están medio cubiertos, en lugar de hacia adelante, deberían ser…

Un golpe resuena en mi oído y es entonces cuando siento el dolor abrasador resonando en mi cráneo. Un líquido tibio se desliza por mi frente debajo de la máscara, enrojece mi visión, luego se desliza por mi barbilla y gotea en el suelo.

Lentamente me doy la vuelta y me enfrento al grupo de cinco estudiantes enmascarados de blanco. Uno de ellos sostiene la piedra con la que me golpeó, respirando con tanta dificultad como un cerdo al que llevan al matadero.

—Bien. —Sonrío debajo de mi máscara, y aunque no pueden ver lo trastornado que estoy, deben escucharlo en mi voz.

Levanto mi bate y todos retroceden, pero lo uso para tocar la parte de atrás de mi cabeza.

—Deberías haber golpeado aquí y con más fuerza para tener al menos un setenta por ciento de posibilidades de noquearme. Oh, y tu mano está temblando. A menos que la estabilices, no podrás asestar un golpe exitoso.

Máscara doce mira fijamente su mano y levanto el bate y lo golpeo en la cabeza, enviándolo volando hacia los lados.

—Así.

Está inconsciente, y todos sus amigos corren hacia adelante, juntos, como una maldita manada.

Balanceo el bate y apunto a sus piernas, todo al mismo tiempo, y caen al suelo.

Uno de ellos logra escapar, pero en lugar de correr, se da la vuelta y murmura:

—?Me rindo! ?Me rindo! Puedes simplemente tocarme.

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