Me pongo rígida, los latidos de mi corazón se disparan.
—Dijiste que me darías tiempo.
—El tiempo es proporcional y no exacto. De hecho, el tiempo puede ser de quince minutos.
Mi corazón se encoge con una punzada de decepción que se expande hasta mi estómago caído.
Nunca debí haberle creído. Realmente no debería haberlo hecho.
A pesar del miedo que me recorre, lo fulmino con la mirada.
—Haz lo que te dé la puta gana. Solo sé que nunca confiaré en ti. Nunca.
—Relájate. —Su voz es casual, tranquila, incluso mientras frota sus dedos y su erección contra mi co?o—。 Mantendré mi palabra.
Por alguna razón, suena sincero, pero sé que no debo confiar ciegamente en el bastardo desquiciado.
—Por otro lado, me darás tu boca.
—?Qué?
Se?ala mi máscara que está en el suelo.
—Sesenta y nueve es un número hermoso. Es el destino, ?no crees?
Mi cara se calienta y lo miro fijamente.
—Más como una desafortunada coincidencia.
Se ríe y lentamente me empuja al suelo. Inspecciono nuestro entorno, mi corazón late más fuerte que de costumbre.
—?Qué pasa si viene alguien?
—Les cegaré los ojos por mirarte desnuda.
Quiero pensar que está bromeando, pero ya sé que Killian es el peor tipo de monstruo que jamás haya existido.
Un monstruo precioso.
Un monstruo aterrador por el que mi cuerpo cobra vida misteriosamente.
Mi espalda se encuentra con la hierba y miro hacia arriba para encontrar la máscara de neón mirándome, con las rodillas a cada lado de mi cara.
Desde esta posición, parece un personaje de esas películas slasher. Un demonio hedonista y sin alma.
Se desabrocha los pantalones y saca su polla muy dura con venas moradas en el costado. Estoy mareada y no puedo dejar de pensar en esa primera vez en el acantilado, cómo empujó dentro, cómo finalmente tomó el control y me folló la cara.
Ahora parece que fue hace mucho tiempo.
Y probablemente puedo admitir que esa extra?a excitación se debió a que me amenazaron de muerte si no le daba lo que quería.
Sigue siendo el mismo Killian de entonces, el oscuro y desquiciado Killian. Ahora que estoy familiarizada con su naturaleza, descubrí lo trastornado que podía volverse, entonces, ?cómo es que ya no estoy tan aprensiva?
Por el contrario, mis muslos tiemblan y se aprietan ante la promesa de lo que está por venir.
?Me está lavando el cerebro?
O tal vez el entorno sombrío y espeluznante está jugando con mi cabeza.
—?No puedes quitarte la máscara?
—?Por qué? ?Te está asustando?
Si digo que sí, definitivamente no se la quitará, y si digo que no, entonces no tendrá ninguna razón para quitarla.
—Quiero ver tu cara —murmuro. Porque sí, su rostro, tan aterrador como es, es mejor que una máscara.
—Lo consideraré si haces esto bien. Ahora abre. Necesito tus labios en mi polla, cari?o.
Lentamente lo hago, mi corazón late con fuerza. Se desliza dentro, centímetro a centímetro, y empiezo a lamer. Todavía no tengo ni idea de cómo hacer una mamada, pero se supone que debo hacer esto, ?verdad?
Se retira, chasqueando.
—No lo lamas como si fuera una paleta.
Killian mete tres de sus dedos en mi boca y me hace una garganta profunda, enganchando mi lengua y haciéndola girar. Mis piernas tiemblan y juro que nunca he estado tan excitada en mi vida como lo estoy ahora.
—Usa la lengua para frotar y acelera el ritmo. No te preocupe si crees que estás siendo demasiado rápida. No me harás da?o. —Saca los dedos, dejando un rastro de saliva entre ellos y mi boca, y antes de que pueda decir nada, mete la polla dentro.
Más duro esta vez.
Más fuerte.
Mi reflejo nauseoso se activa, pero respiro a través de él y sigo girando mi lengua como él me dijo, una y otra vez hasta que me duele la mandíbula, pero no me detengo. Lo lamo con todo lo que hay en mí.
—Joder, cari?o, eso es. Mmm. Lo estás haciendo genial. —Sus dedos se pierden en mi cabello, clavándose en mi cráneo. Me mantiene inmóvil mientras empuja hacia adentro y hacia afuera, golpeando más profundo cada vez.
Extiendo la mano para agarrar mejor su enorme erección, pero vuelve a chasquear la lengua.