En realidad, su argumento era lógico. Llegar tarde cuando los demás habían sido puntuales era una falta de respeto, pero yo tenía una explicación.
—No he llegado a la hora porque el profesor de mi última clase acabó diez minutos más tarde —aclaré para que no pensaran que me había retrasado a propósito.
Pero eso no convenció a nadie. Los demás en la sala apoyaron la opinión de la chica: ?Es verdad?, ?Llegamos a la hora exacta?, ?No puede hacer la prueba cuando se le antoje?… A pesar de ese peque?o alboroto, Aegan continuó concentrado en la tableta, ignorando lo que pasaba, pero quizá escuchando con atención. Aleixandre fue el que paseó la mirada medio entornada y muy divertida sobre cada persona que hablaba hasta que todos se callaron. Después se quedó en silencio, como sopesando la decisión al estilo del presentador de televisión en un momento decisivo.
Noté que tenía la mirada chispeante de alguien para quien todo era un jueguito.
Demonios, ?mi oportunidad de entrar en el periódico dependía del que podía ser el inmaduro de los Cash? ??Por qué me perseguían esas desgracias?!
—Propongo que lo sometamos a votación —soltó con un lento dramatismo.
Listo, perdería. Era obvio que todos votarían en mi contra. él lo sabía. La chica también, porque giró la cara y me dedicó una peque?a y disimulada sonrisa de satisfacción. ?Has visto la película Legalmente rubia? Pues me miró de la misma forma que Vivian Kensington miró a Elle Woods cuando mostró su anillo de compromiso.
De acuerdo, sería un día pésimo. Pensé en darme la vuelta e irme y no jugar a ser Elle, pero habría sido de cobardes. Así que al final decidí enfrentar el momento con la misma cara seria y firme con la que Elle había afrontado a la gente de la fiesta a la que llegó vestida de conejita.
Las cabezas asintieron con cierta duda. La mayoría aceptaron la idea.
No, no lo estaba, pero discutir por ello me habría hecho quedar peor.
—Supongo —fue lo que dije.
—Lo haremos así —asintió él. Hizo una peque?a pausa y luego lanzó algo que nadie se esperaba—: Pero pondré algunas condiciones.
La chica hundió las cejas, entre confundida y contrariada. Incluso a mí me tomó desprevenida eso. Qué tipo de condiciones, ?eh?
Aleixandre lo explicó con una voz de ?esto será interesante?:
—Si dejamos que ella haga la prueba, cualquiera que llegue tarde en lo que resta del semestre, por cualquier razón, no tendrá ningún tipo de problemas. Si no dejamos que haga la prueba, será lo contrario: nadie podrá llegar tarde, ni un minuto más de la hora acordada o será expulsado del periódico. Así que ?quiénes están en contra de que la chica tenga una oportunidad?
Quedé tan atónita como la imitación de Vivian. Algunos se miraron las caras mientras que otros solo se encogieron de hombros. El silencio fue espeso mientras Aleixandre esperaba que alguien votara para que yo no hiciera la prueba.
Sorprendentemente, nadie alzó la mano.
—?Está decidido entonces? —preguntó él.
Esperó unos segundos más por si alguien soltaba alguna objeción, pero todos se quedaron callados. Luego me miró con una sonrisa triunfal. Por alguna razón, también quise sonreírle, pero no abusé de mi suerte. Ni quise confiar mucho tampoco, a pesar de que esa condición se inclinaba más hacia mi lado. ?Es que le caía bien? No podía ser posible.
Pero decidido. Tendría mi oportunidad.
—?De qué va la prueba? —pregunté, encendiendo motores en mi cerebro para hacerlo bien.
—Será la misma que hicieron los demás —me contestó Aleixandre—。 Tendrás que escribir un artículo…
—Sobre mí —lo interrumpió Aegan de pronto.
En la sala flotó un silencio de asombro. Yo me quedé congelada, y estuve segura de que los demás también. Incluso el tonto reloj de gato de una de las paredes también tuvo que haberse paralizado.
?En serio? Aegan acababa de alzar la mirada del iPad para decir eso. Ahora sus ojos grises y felinos estaban fijos en mí. Sin sonrisa, pero con un natural aire de burla y de superioridad.