Tras la última palabra, un par de chicas se mordieron los labios, embelesadas. Los chicos, por otro lado, asintieron en un reflexivo acuerdo, como si nunca hubiesen escuchado nada más cierto. Incluso la profesora pareció complacida.
?Y yo? Pues mi cara expresó un gran: ?qué demonios…?
—Una opinión interesante —dijo Lauris, aprobando a Adrik—。 Supongo que, si la se?orita Derry siempre lee lo mismo, debería darle una oportunidad al tipo de lectura de su compa?ero. Dejaremos la fantasía como género de este grupo.
Pude haber partido por la mitad mi bolígrafo si lo hubiese tenido en la mano y no sobre el cuaderno. Otra vez. ?Otra vez! Pero ?qué demonios tenía Adrik que triunfaba en todo en esa maldita clase?
La profesora continuó y habló de manera general:
—Discutan qué libro del género elegido les gustaría leer mientras escribo la cita final del día en la pizarra.
Abrí la libreta de mala gana y empecé a anotar la cita. No propuse ningún libro. Me quedé totalmente callada durante el resto de la clase porque no tenía ganas de ser la compa?era colaboradora. No estaba acostumbrada a ser superada así en algo que sentía que dominaba.
Cuando terminó la hora, cogí mi mochila y me levanté para largarme, pero antes de que diera un paso, Adrik me preguntó mientras guardaba su libreta:
—?Qué libro vamos a leer?
—No lo sé, ?el experto en fantasía no eres tú? —repliqué sin ánimos de sonar agradable.
—Puedo recomendarte algunos. —Se encogió de hombros—。 Eso si prefieres leer en vez de enfadarte.
—No estoy enfadada —me defendí, frunciendo el ce?o. Aunque sí lo estaba, pero no quería darle la razón. Ya se la daban todos en la clase. Era suficiente.
Le di la espalda y pasé junto a su silla mientras mentalmente me repetía: ?Vete, no debes decir nada que no debas. Vete, Jude, no puedes decir nada que no debas. Vete, Ju…?.
—Solo te falta sacar las u?as para ara?arme la cara —dijo él de pronto.
Maldición.
Me detuve. En cuanto me giré, vi que tenía un poco elevada la comisura derecha en una peque?a sonrisa socarrona. Pero ?qué se creía? ?El dios de literatura solo por caerle bien a la profesora? ?El misterioso chico oscuro al que no se podía ignorar porque, a pesar de que parecía no tener intenciones de verse genial, se veía odiosamente genial? Pues yo me creía la chica que no se tenía que quedar callada por el deslumbramiento. Y… con poco control de la ira.
—?Me estás comparando con un animal? —le pregunté con detenimiento en tono retador.
—Hasta aquí te veo erizada —a?adió, colgándose la mochila en un hombro.
Entorné los ojos.
—Cuidado con lo que me dices porque yo creo que eres todo lo que los demás no admiten —le solté entre dientes.
—Y tú para mí eres más creída de lo que es razonable soportar —replicó sin alterarse en absoluto.
No me lo callé:
—Imbécil.
—Qué poco ingenio para los insultos —se burló descaradamente.
—Tengo más, pero usaré ese para no quedar peor de lo que tu hermano me ha dejado delante de todos —le corregí en un tono tranquilo.
Adrik asintió como si finalmente entendiera algo. Su sonrisa adquirió un aire amargo.
—Ah, claro, Aegan caga y a mí me salpica la mierda —suspiró—。 Es bastante justo que por eso me detestes, sí.
Asumía que yo lo detestaba. Mi parte más sensata me invitó a calmarme un poco para dejar de transmitir odio con tanta obviedad. Al final, él no era Aegan, a quien sí quería dirigir toda mi ira sin compasión. Debía aguantarme y no caer en provocaciones. Eso era dar ventaja.
—?Qué libros tienes? —decidí ceder, aunque no muy contenta, para alejar la idea de que ?lo detestaba?.
—Te los dejaré y tú escoges. —Se encogió de hombros.
—De acuerdo —acepté. Mi mandíbula estaba tensa—。 Edificio F, piso cinco, apartamento dos.
Adrik hizo un leve asentimiento y me rodeó para avanzar entre la fila de mesas. Quise dejar que saliera primero, pero él se giró como si se hubiese olvidado de decirme algo. Y me lo dijo, mirándome fija y fríamente con sus ojos intimidantes: