—Será mejor que pongas los pies en la tierra, Jude Derry. Estás volando peligrosamente alto.
Salió del aula y me dejó la furiosa sensación de que acababa de amenazarme, sobre todo por el tono bajo y arrastrado en que lo había dicho. Solo en ese momento me di cuenta de que ?lo había invitado al lugar en donde vivía! ?A mi lugar seguro!
Medio ofuscada por ese estúpido error, salí del aula para volver al apartamento. No le presté atención a nada, hasta que llegué en una bicicleta de alquiler. En Tagus, todo el mundo tenía coche, aunque no lo usaban para casi nada porque a las partes centrales e importantes del lugar se podía llegar caminando. Quizá los ecológicos y yo éramos los únicos que no teníamos casi nada.
Cuando abrí la puerta, me encontré a Artie caminando de un lado a otro mientras memorizaba algo para algún examen. Lo solté:
—Adrik va a venir a dejar unos libros.
Se hizo un extra?o silencio en el que Artie quedó en shock con la boca formando una ?O? y con los ojos bien abiertos.
—?Vendrá? —inquirió un momento después con un hilo de voz pasmado.
Solté aire y me moví para dejar mi mochila sobre el sofá.
—Creo que sí. Eso dijo.
—?A este apartamento? —preguntó también.
—Pues aquí es donde estamos.
—?Hoy?
—Sí, pero no sé a qué hora.
—???Dios santo!!! —gritó de repente.
Entonces corrió hacia su habitación como si tuviera que solucionar una urgencia y empecé a escuchar cómo abría cajones de golpe, buscando cosas en uno y en otro con desesperación mientras decía:
—?No puedo estar así! ?Qué debo ponerme? ?Qué me puse ayer? ?Dios, tengo tan poca ropa!
Se ocupó en revolver hasta el más mínimo rincón de su habitación, tratando de decidir qué ponerse. Yo, mientras tanto, atendí mi móvil, que sonó de repente. En la pantalla vi que era una llamada de Tina, desde casa, donde también estaba mi madre. Bueno, desde lo más cercano a ella.
—Hola, Tina —saludé con alegría al contestar.
—?Cómo estás, guapa? —saludó también—。 ?Qué tal es el asombroso Tagus?
Tina hablaba como si fuera una gran amiga y no una madrastra. Nunca se andaba con rodeos si necesitaba decirte algo. Lo mejor que le había pasado a mi madre había sido conocerla en su grupo de apoyo y enamorarse de ella. Ambas habían sufrido mucho, y aun así Tina había dejado su vida, se había mudado con nosotras y había reunido la paciencia necesaria para cuidar de mi madre.
—Genial, es todo deslumbrante por aquí —admití, jugando con mi boli—。 Te puedes desplazar en carritos de golf.
—Procura no atropellar a nadie que no lo merezca, por favor.
Reí por su comentario.
—?Cómo has estado? ?Cómo está mamá? —pregunté, ya entrando en el tema en el que, por más que no quisiéramos, siempre debíamos entrar—。 ?Ha… progresado?
—La verdad, sí está bien y sí ha progresado; mejor de lo que creerías. —En su voz se escuchó cierta alegría—。 Hemos convertido tu habitación en una sala de cine y esta noche nos veremos una maratón de Rocky.
Eso me gustaba. Me gustaba cualquier idea que la ayudase.
—?Aún tiene reservas? —pregunté, yendo directa a lo que me importaba saber.
—Sí, no te preocupes por eso.
—Claro que me preocupo —repliqué en un suspiro.
Tras un peque?o silencio, a?adió:
—?No has cambiado de idea? Todavía puedes…
—No.
Me moví hacia la ventana para alejarme lo más posible de la habitación de Artie antes de seguir hablando:
—No volveré a explicar por qué, ?de acuerdo?
Por detrás de mí, Artie gritó con entusiasmo:
—?He encontrado un chaleco que no uso desde hace mucho tiempo!
Tina soltó un suspiro al otro lado.
—Te dejaré para que sigas con lo tuyo —se despidió, de nuevo decepcionada—。 Textéame cuando puedas. Y vuelve a pensarlo, ?sí? Tu madre y yo… te estaremos esperando siempre.