En donde el otro parecía un terremoto en curso, este era la insospechada calma que precede a una catástrofe.
—?Ya has salido del hechizo Cash? —escuché a Artie preguntarme de repente.
Salí de mi análisis con brusquedad y la miré, pesta?eando. Me di cuenta de que sus ojos también apuntaban hacia los dos chicos de la caseta.
—?Qué? —No la había entendido—。 ?Qué hechizo? ?De qué hablas?
Ella soltó una risa de ?no pasa nada?.
—Te has quedado mirando a los hermanos Cash, y eso es lo que dicen que te sucede cuando los ves por primera vez —explicó divertida, muy obvia—。 Te quedas atontada por un rato, no puedes apartar la mirada y piensas: ??Son reales??. Y sí, son tan reales como que te tiemblan las piernas en este momento.
Bueno, mis piernas se habían detenido, nuestro recorrido por la feria del parque se había pausado y me había quedado como suspendida mirándolos. Había sido una… ?mezcla de sensaciones? Sí, confusa.
—?Hermanos Cash? —pregunté, más desconcertada.
—Lo sé, a veces es mejor hacer como que no sabes quiénes son —resopló ella.
La miré con incredulidad.
—No sé quiénes son.
Por un instante Artie no se lo creyó, pero cuando notó que me la quedé mirando a la espera de una explicación sobre ellos, pesta?eó, desconcertada, e incluso emitió una risa extra?a.
—?Es en serio?
Curvé la boca hacia abajo y asentí. Sip.
—Por cómo lo dices, ahora quiero saberlo todo sobre ellos.
Me miró un instante más, medio ce?uda, intentando entender algo en mí.
—Eres rara, Jude —resopló como si fuese un buen chiste—。 ?Cómo no vas a conocerlos? Acuérdate del escándalo Cash.
—Tampoco sé qué es el escándalo Cash —admití.
A Artie le costaba creérselo y se formó un extra?o momento en el que ella no supo qué decir ante mi desorientación social y yo no supe qué excusa usar. Hasta que insistí:
—Pero cuéntame, vamos, parece interesante. ?Quiénes son esos Cash?
Oh, esa pregunta…
Esa maldita pregunta.
Artie suspiró como una maestra que debía dar explicaciones extras a su alumno nuevo porque no tenía ni idea de cómo eran las cosas en la escuela. Y empezó a contarme:
—Bueno, ?te has fijado que siempre suele haber un grupo de personas absurdamente ricas y poderosas? Pues ellos son nuestros absurdamente ricos y poderosos. Su apellido es famoso por ser el de una larga saga de políticos reconocidos.
—?Al estilo de los Kennedy? —Enarqué una ceja en plan jocoso.
—Un poco —asintió más seria que yo—。 Su padre, Adrien Cash, es una persona muy influyente con mucha visibilidad social y un enorme poder político. Así que eso, ellos son la élite que está por encima de la élite normal.
—La élite peligrosa —me permití definir mejor.
Artie asintió e hizo un gesto con la cabeza en dirección a los dos hermanos. El de los tatuajes se pasó la mano por el cabello como para recuperar postura y luego se giró hacia el frente de la caseta, en donde unas chicas entusiasmadas se acababan de acercar a mirar. Sorprendentemente, él apoyó los brazos en el mostrador de la caseta y esbozó una sonrisa muy ancha para atenderlas. Tenía una boca grande, irónica, con comisuras maliciosas.
—Ese es Aegan, el mayor, y va a tercero de Ciencias políticas —lo identificó Artie para mí—。 Es el presidente de la mayoría de las organizaciones, clubes, sociedades…, de todo; literalmente, de todo.
Pasó a se?alarme con disimulo al siguiente, que seguía al fondo de la caseta como ausente, distante, quizá un poco malhumorado.
—Ese con esa cara de ?no me hables, por favor? es Adrik —siguió—。 Va a segundo de Ciencias empresariales. No es tan extrovertido como Aegan, sino más… ?solitario? No lo sé, pero con él no podrías tener una conversación banal.
De forma inesperada, mientras Aegan se concentraba en las chicas, Adrik sacó de su bolsillo otro cigarrillo y se lo acercó a la boca con una lentitud perezosa. Ni siquiera prestó atención a su hermano. Miró en la dirección contraria. Y expulsó el humo; las líneas flotaron frente a su perfil, indiferentes, pero estilizadas.