—No me mires así, ?yo qué iba a saber? —le solté entre risas. Me enderecé y quedé arrodillada frente a él, pensativa—。 Entonces por eso tu boca está chorreando arcoíris…
—No entiendo cómo no lo sospechaste —replicó sin asomo de diversión, solo con esa expresión inalterable y aburrida que lo caracterizaba.
—?Ay, vamos, ríete un poco! —resoplé.
—No sé de qué debería reírme —respondió él, serio.
—Pues de lo que ssssea —insistí y pronuncié la ese con un serpenteo demasiado gracioso para soportarlo yo misma—。 ?No te afecta también?
Adrik suspiró y negó con la cabeza.
—Un poco, pero tengo autocontrol —admitió, y me propuso con sensatez—: Mejor ve a lavarte la cara, tomar agua y acostarte. Apagaremos ese incienso y luego puedes escuchar música o algo para que se te pase el coloque más rápido.
Intentó ayudarme a levantarme, pero lo esquivé, me incliné un poco hacia delante y le toqué la punta de su loquísima nariz. Sí era real, ohmaigá…
—No quiero acostarme, quiero hacer algo divertido —dije, esquivando y apartando sus manos, que insistían en calmarme.
Se me ocurrieron miles de cosas, desde lanzarme desde algún sitio hasta comer cosas que no había comido nunca. Incluso me pregunté qué se sentiría corriendo desnuda.
—No puedes, estás colocada —recalcó Adrik, como si no entendiera por qué yo no lo entendía y por qué él sí lo entendía y yo no y…
De pronto logró agarrarme la mu?eca, pero me resistí a ponerme de pie. ?Tenía mi nivel de diversión a mil y él lo destrozaba todo con su actitud cortante y amargada! Buu.
—?Por qué siempre eres así? —me quejé con un gesto exagerado de disgusto. Luego se me ocurrió algo y lo hice—: Uy, soy Adrik, los odio a todos y voy a demostrárselo poniendo cara de culo todo el tiempo —dije, imitando su voz fuerte y grave.
—Sí, jaja, qué graciosa —dijo él con fastidio—。 Ahora levántate.
—?No! —me negué, hice un movimiento con la mano, me zafé y fui yo quien le agarró la mu?eca esa vez—。 Quiero que te rías. ?Haré que te rías!
Entonces me lancé encima de él. A saber por qué rayos hice tal cosa, pero sí, la hice. Fue tan rápido e inesperado que Adrik se cayó hacia atrás con todo mi peso. Quedé a horcajadas sobre él en el suelo. Aproveché su desconcierto, la confusión por lo imprevisto de mi movimiento, y comencé a hacerle cosquillas.
—?Ríete! ?Quiero comprobar que no estás muerto! —exclamé mientras repartía las cosquillas por su abdomen, debajo de sus brazos, su cuello…
—Jude…, no… ?Qué haces? —decía él, intentando luchar contra mí.
Como no aparecía ni un asomo de risa, aumenté la intensidad de las cosquillas.
Tenías que haberme visto la cara. Era como si toda mi vida girara en torno a lograr que Adrik sonriera, aunque fuera un poco. La decisión con la que lo hacía era admirable y chistosa. Estaba dispuesta a conseguir algo, el gesto más mínimo, cualquier cosa, por eso combatí contra sus manos, que trataban de detenerme.
Hasta que lo logré.
En cierto momento, Adrik no pudo más. La risa se le escapó sin que él lo quisiera. Ensanchó los labios y mostró los dientes blancos, todos igualitos. Era la primera vez que le veía una risa tan amplia. Una de las comisuras se le levantaba más que la otra, no era una sonrisa perfecta, pero hacía que su rostro perdiera esa amargura que siempre cargaba, que adquiriera un brillo de alegría, de vida, de entusiasmo.
Era muy atractivo incluso con esa actitud de indiferencia y seriedad, pero sonriendo era… Joder, sonriendo era maravilloso.
—?Basta! —exclamó de pronto. Se impulsó hacia delante con una fuerza propia de su tama?o, me sostuvo de las mu?ecas y ambos nos quedamos sentados, frente a frente—。 Ya, ?feliz?
Sus ojos grises tenían una chispa divertida. Ya no estaba tan serio. Le había despeinado tanto el pelo que además tenía un toque salvaje.