Home > Books > Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(102)

Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(102)

Author:Alex Mirez

—Tienes que irte —fue todo lo que pude decir.

—Pero el incienso aún…

—Llamaré a Artie para que me acompa?e —le interrumpí con rapidez, sin derecho a réplica—。 Además, ya se me está pasando.

Sentí todo el peso de su mirada sobre mi espalda. Experimenté cosas extra?as. El corazón me latía rápido. Quise girarme hacia él, pero no pude, no podía. Mis piernas no querían moverse. Por un instante… tuve miedo de mirarlo a la cara.

Sonó un móvil. Pensé que era el mío y me dispuse a hacer que dejara de sonar, pero…

—Es Aegan —dijo Adrik.

Para empeorar las cosas, claro, sentí un ramalazo de miedo al escuchar ese nombre. Me sentí como si me hubieran pillado haciendo algo horrible. Apenas me di la vuelta, vi que Adrik salía por la puerta.

La cerró tras de sí, dando un portazo que me sobresaltó.

En el instante en que me quedé sola, cerré los ojos con fuerza y exhalé.

?Qué mierda había pasado ahí?

?Cómo había olvidado a quién tenía enfrente?

??Cómo demonios me había olvidado de mi plan?!

Quería destruir a los Cash, no besarme con el Cash mediano mientras era la novia del Cash mayor.

Quise estampar la cara contra el vidrio. Me sentí enfurecida conmigo misma. Ahora seguramente Adrik creería que me gustaba. O sea, su beso me había gustado, sí. él… él… era diferente. Estaba segura de que había algo diferente en él, pero seguía siendo el enemigo. Tenía que seguir viéndolo como el enemigo si no quería fallar.

Ahora el plan estaba en peligro. Podía acabarse todo si Adrik le contaba a Aegan lo que había sucedido.

Empecé a rezar para que no lo hiciera.

?Se lo contarían todo entre ellos o se ocultaban cosas?

?Y qué pasaría conmigo si Adrik le decía a Aegan: ?Me acabo de besar con tu novia??

Oh, mierda.

Eso no lo había planeado.

20

A veces hay que decir la verdad… ?o mejor no?

Estaba temblando cuando atravesé la entrada de la biblioteca para ver a la profesora de Literatura. No sabía qué iba a pasar, pero estaba muy nerviosa.

Ella esperaba sentada en una mesa mientras escribía calificaciones en algunos informes. Al frente tenía una pila de dispositivos USB de los alumnos y alumnas que le habían entregado sus vídeos. Lo único que yo tenía en la mano era mi teléfono, en el que había quedado grabado todo, y una carta llamada: suplicar.

—?Buen día, profesora! —La saludé con todo el ánimo del mundo, a pesar de que en el fondo me sentía muy nerviosa.

Ella me respondió con afabilidad. Me senté enfrente y comencé a explicarle que Adrik y yo habíamos intentado hacer el vídeo, pero que todo había salido mal al final, y no le podíamos presentar el trabajo ese día, y que necesitábamos una prórroga para volverlo a hacer bien.

En el preciso momento en que iba a responder, apareció Adrik. Nunca me había molestado el hecho de que llegara tarde a cualquier lugar, pero en ese momento me irritó a niveles astronómicos. él sabía que no habíamos terminado el vídeo. No habíamos vuelto a hablar desde que salió de mi apartamento. A pesar de todo, vi que ni siquiera venía nervioso, al contrario, se mostraba tranquilo y apático, como si no pasara nada.

Me entraron ganas de gritarle: ??Estamos a punto de suspender! ???Reatziona, Adrik, reatziona!!!?.

—Si nos deja dárselo ma?ana, se lo entregaremos sin problemas —culminé con un tono dócil al tiempo que Adrik se sentaba a mi lado en la mesa.

Lauris, pensativa, alternó la vista entre ambos. Quise estrujarme las manos, pero confiaba en que ella era comprensiva. Era una profesora tranquila, nada estricta. Y Adrik era su favorito, ?no? No podía suspendernos. Tuve esperanza. Percibí un brillo positivo en su rostro…

—Déjenme ver qué hicieron —suspiró ella finalmente, extendiendo la mano hacia mí.

Y… la esperanza murió al instante.

—?No! —exclamé con rapidez, y pegué el teléfono a mi pecho—。 Por favor, profesora Lauris, le juro que lo haremos bien para ma?ana.