—Por favor, no le digas nada a nuestros padres.— No respondo, todavía la miro a los ojos. —Ruby, por favor.
—No les diré nada—, finalmente digo en voz baja. —Pero si necesitas ayuda, en matemáticas o cualquier cosa… Puedes decirme, ?verdad?
Ella asiente. —Esto es…
Hay un silencio desagradable en la habitación.
—?Esto es verdad?— Finalmente pregunta tímidamente.
—?Realmente te suspendieron?
Me siento abruptamente. Muchas cosas bailan ante mis ojos, escondo mi rostro en mis manos y luego lentamente asiento con la cabeza.
En ese momento hay un suave golpe en la puerta y mi madre mira hacia mi habitación. Intento leer algo en su rostro, pero ella hace todo lo que está en su poder para no mostrar nada.
—Mamá…— empiezo pero interrumpe mi cabeza.
—Les pedimos que bajen a la planta baja—, dice rotundamente.
—Todos debemos hablar en serio.
Desaparece detrás de la puerta. Después de un rato, escucho sus pasos en las escaleras. Bostezo, me froto los ojos. Ember también se sienta en la cama.
Siento sus ojos en mí, sé que está esperando una respuesta.
Sin decir una palabra, me levanto y voy al ba?o. Me lavo los dientes vigorosamente para deshacerme del regusto desagradable, me lavo la cara.
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Recojo mi cabello en una cola de caballo, lo peino lo más rápido que puedo. Ember entra al ba?o. La rutina de la ma?ana me hace alcanzar instintivamente mi uniforme escolar y apenas abrir la puerta del armario.
Retiro mi mano de repente, como si la chaqueta azul marino me estuviera quemando. Me toma un tiempo dominar el ataque de pánico que acecha allí, y luego muevo la percha con mi uniforme y tomo la falda negra y la sudadera oversize beige.
Mis padres se sientan a la mesa cuando Ember y yo vamos a la cocina.
Si hubiera sido una ma?ana normal, nos habrían recibido con risas.
Preguntarían qué planes tenemos para este día, hablarían de los suyos y, mientras tanto, el desayuno desaparecería de la mesa. Ahora nos miran sin expresión cuando nos sentamos frente a ellos. El silencio sólo se llena con el burbujeo de la máquina de café.
Mis padres intercambian miradas rápidas, se comunican sin palabras.
Y entonces papá me mira.
—?Qué pasó ayer, Ruby?— él pregunta. Me molesta ver entre ellos.
—Estoy segura de que mamá ya te lo ha contado todo.
—Todavía prefiero oírlo de ti.
No hay ninguna decepción en los ojos de papá que vi en los ojos de mamá ayer. Y es por eso que en vez de mirarlo, prefiero meter los ojos en una grieta de la mesa de la cocina.
—He sido… he sido suspendida de mis derechos de estudiante.
—Finalmente digo estrangulada.
—?Por qué?
Aprieto los dientes con todas mis fuerzas. Me cubro con la desagradable piel de gallina, mis manos están de repente frías y húmedas.
Nunca antes me había sentido así en compa?ía de mi familia. Me gustaría 59
volver a mi habitación.
—No sé qué quieres oír de mí, papá. ?Qué es verdad? ?Qué quería mejorar mis notas antes de Oxford y por eso besé a mi profesor de historia?
A mi lado, Ember se retuerce ansiosamente en una silla. No puedo mirarla a ella o a mis padres, deambulo por nuestra cocina. Me detengo en el reloj de la pared opuesta.
El autobús escolar llegará en cinco minutos. Miro el reloj sorprendida.
Por lo general, esperaba mucho tiempo en la parada de autobús con una mochila en el hombro en este momento. Y ahora me siento en la cocina y escucho estas preguntas.
—No, eso no es lo que quiero oír de ti—, dice papá con calma —Sí, quiero saber de qué tratan estas fotografías. Pero antes de nada, quiero saber tu versión.
Lo miro sorprendida.
—No te di la oportunidad de hacer eso ayer, y lo siento mucho.
—Mamá interrumpe. —Esta situación me ha superado. Cuando me senté en la oficina del director y miré las fotos… …creí todo lo que el Sr.
Lexington me dijo, y no dejé que tu hablaras.
Contengo la respiración.
—Lo siento mucho, Ruby.
De repente siento un ardor bajo los párpados. Tengo un nudo en la garganta, estoy tratando de tragarlo en vano. No puede ser.