Home > Books > Yerba Buena(25)

Yerba Buena(25)

Author:Nina Lacour

Chloe rio.

—Por un momento he olvidado que eres prácticamente un bebé. Apéritif. Como el Aperol, el Campari… Normalmente se bebe antes de comer. Solo un poco. De ahí que las copas sean tan peque?as.

—Me encanta —contestó Sara—。 Tiene un sabor muy… especial.

—?Verdad? Lo sé. A mí también me encanta. Siempre tengo una botella en la nevera. —Chloe se apoyó en la encimera y se terminó su bebida—。 ?Cuántos a?os tienes? —preguntó.

Sara se sonrojó. Pensaba que Chloe lo sabía.

—Dieciocho —respondió.

—Mientes.

—Casi dieciocho —admitió Sara—。 Tal vez alguien del refugio pueda firmar por mí. —Sabía que eso no pasaría, pero esperaba conseguir algo de tiempo.

—No, está bien —la tranquilizó Chloe—。 La propiedad es administrada por una gran empresa que se encarga de todos los putos complejos de la zona. No les importará, siempre que cobren. Tú solo pon el número de apartamento y la dirección en el cheque. No voy a cambiar el contrato de alquiler ni nada. —Levantó la botella—。 ?Quieres más?

Sara negó con la cabeza. Todavía le quedaba media copa y solo quería una bebida. Una única cosa valiosa.

Una chica viviendo sola en reemplazo de otra apenas se notaría entre los vecinos, por lo que claramente no valía la pena llamar a la compa?ía de administración. Pero un chico y una chica mudándose juntos (sus pasos en el piso de arriba, sus conversaciones a través de las paredes, los dos tan jóvenes) podría ser suficiente para levantar sospechas. Aquella noche en el refugio, Sara no dejó de darle vueltas al tema. Se preguntó si sería sencillo seguir adelante sola. ?Podía ser algo natural y esperado? Al fin y al cabo, ella y Grant se conocían desde hacía muy poco tiempo. Ella lo había ayudado tanto como él a ella.

Metida en su litera mientras la chica de la cama de arriba roncaba suavemente, Sara hizo un cálculo mental. Lo había dejado escarbar en los contenedores. Lo había dejado ducharse en el motel. Había limpiado en el motel de la parada de descanso durante dos días y había estado dispuesta a hacer todavía más.

Aun así, él era el que tenía el coche. Y luego estaba lo de Eugene, que valía para borrar todo lo bueno que Sara hubiera hecho por él. Pero ?por qué pensaba eso? Grant era su amigo. Podía imaginárselo aquella ma?ana, con las patatas fritas frías en el salpicadero, la luz del sol entrando por la ventanilla… La alegría que había inundado su rostro cuando la vio allí, cómo se había cubierto el corazón con las manos.

Le contaría lo del apartamento y, si él le pedía ir a vivir con ella, le diría que por supuesto. Sería más arriesgado, sí, pero tendrían cuidado.

Al día siguiente, Grant se había ido a su trabajo de limpiador de coches. Ella se marchó a hacer su turno en el restaurante antes de que él volviera, y estaba dormido cuando Sara regresó. No se vieron hasta la tarde siguiente. Ella estaba leyendo una novela en la sala de estar cuando Grant entró.

—?Hola! —exclamó Sara—。 Tengo que contarte una cosa.

—Hola —saludó él—。 Guay. Deja que me duche primero, ?vale? Y tengo que tomarme algo. Joder, la cabeza me está matando.

—Ah, vale. Pero date prisa porque es muy bueno.

él dudó antes de pasar a su lado.

—Pues dímelo.

—No, venga. Puedo esperar.

—Pero ahora tengo curiosidad.

—Vale. Bueno, Chloe me ha pedido…

—?Quién es Chloe?

—Una de las camareras del restaurante.

Grant suspiró.

—Vale. Chloe te ha pedido…

—Se va a vivir con su novio. Acaban de encontrar casa pero el propietario quiere que empiecen a pagar el alquiler de inmediato, y como a ella todavía le quedan unos meses del contrato del alquiler anterior, me ha pedido que me encargase yo.

—?A qué te refieres?

—Me ha ofrecido su apartamento.

—?Vas a ir a verlo?

—Ya he ido.

—?Cuándo?

—Hace un par de días.

—Hace un par de días —repitió Grant.

Sara vio que Grant estaba quemado por el sol y muy cansado. Notó la tensión en sus hombros y el modo en el que se encogía antes de estirar el cuello con cuidado hacia un lado. Sabía que envidiaba su trabajo en el restaurante, cómo se vestía de manera elegante, cómo se quedaba fuera hasta tarde y volvía satisfecha por las cenas que tomaban los trabajadores antes de cerrar por la noche.

—?Quieres que te traiga una aspirina? Puedo contártelo después.

—No, adelante —la animó Grant—。 Así que fuiste a ver el apartamento. ?Vas a quedártelo?

—Sí.

—Genial. ?Cuándo te mudas?

—Pues ella se va a llevar todo lo suyo ma?ana, así que…

—?No necesitas dinero para el depósito?

—No me ha pedido que lo pague ahora mismo.

—Maravilloso —agregó él sin mirarla—。 Enhorabuena. Ahora voy a darme esa ducha.

Grant ya estaba al final del pasillo cuando Sara se dio cuenta de que se estaba alejando. Pensó en seguirlo para decirle que podía vivir con ella si quería, pero, en lugar de eso, dejó que desapareciera a la vuelta de la esquina.

—Adiós —le dijo Sara dos días después con la mochila colgada del hombro.

Grant estaba desayunando en el comedor junto a Monica, una consejera. Monica se levantó para abrazar a Sara.

—Todavía puedes venir a comer si lo necesitas. Y si algo va mal, estamos aquí para ti, ?de acuerdo? Tienes mi número, ?verdad?

—Sí —respondió Sara.

Grant se puso de pie junto a ella. Sara no sabía si iba a hacerlo. él la abrazó y se volvió a sentar.

—Nos vemos pronto —murmuró, pero ella estaba segura de que no lo decía en serio.

Grant se quedó contemplando su tazón de cereales. Sara miró hacia el techo y vio las luces difusas tras una oleada de lágrimas.

—Vale —contestó. Se dio la vuelta. Y se marchó.

Cuando se volvieron a ver en la bulliciosa acera de Aboot Kinney, habían pasado cinco a?os. Habían abierto un montón de restaurantes nuevos, así como una gran cantidad de bares y cafés. Había boutiques caras por toda la calle. Sara había crecido cinco centímetros en una gran haza?a de su adolescencia tardía. Llevaba su pelo rubio con un corte pixie y había ascendido de recepcionista a encargada del bar. Grant se parecía más al joven que había conocido junto al río que al que había dejado en el refugio: joven y encantador, caminando con cierto aire arrogante, de la mano de un hombre mayor que él, de piel morena y con camisa de lino.

 25/71   Home Previous 23 24 25 26 27 28 Next End