—Así que eres tú. Tuve un presentimiento cuando vi tus peque?as bragas blancas a través de tus pantalones cortos, pero no podía estar seguro. —Su voz se oscurece hasta un borde escalofriante—。 Pensé que te dije que fueras buena y te quedaras quieta esta noche.
Lentamente abro los ojos para encontrarme completamente envuelta en los brazos de Killian. La máscara de neón rojo con una sonrisa cosida lo hace parecer aterrador, incluso maníaco.
Sus músculos se tensan a mi alrededor hasta que es casi sofocante, y odio lo contenta que estoy de que me atrapara. O lo cálido que se siente en su abrazo. No debería ser así.
No cuando es la persona más fría que conozco.
—?En qué diablos estabas pensando cuando rompiste la rama? —Respiro con dificultad, todavía bajo la sensación de caída que me retuerce la columna vertebral—。 Podría haberme caído sobre la roca.
—Lo cual no hiciste, porque te atrapé. Ahora dime, Glyndon. ?Qué diablos estás haciendo aquí?
—Recibí una invitación.
Permanece en silencio, pero puedo verlo entrecerrar los ojos a través de la máscara.
—Tonterías.
—Realmente lo hice. Puedes encontrarla en mi teléfono que tus conejitos espeluznantes confiscaron. En serio, ?por qué tenían que ser conejitos? Se supone que son lindos, y ustedes arruinaron su imagen al hacerlos grotescos.
—Tú eres la que es linda cuando estás nerviosa. No puedes dejar de hablar, ?eh?
—Cállate y bájame.
—No se puede. ?De qué otra forma vas a pagar por desafiarme si te libero?
—?Por qué… pagaría por cualquier cosa?
—Inténtalo de nuevo y en un tono menos asustado, porque tu nerviosismo me excita.
—Estás enfermo.
—Y tú eres un disco rayado. —Empuja su cara contra un lado de mi garganta, así que está literalmente respirando en mi cuello, su aliento caliente provoca mi respiración entrecortada—。 ?Por qué estás aquí, Glyndon?
—Te lo dije, tengo una invitación. —Trato de hablar normalmente, pero mi voz sale más baja de lo habitual.
—?Asistes a todos los eventos peligrosos a los que te invitan?
—Solo… me dio curiosidad. —No hay forma de que le cuente sobre Devlin cuando podría estar en la conspiración con el resto del club sobre su muerte.
Sus ojos se oscurecen detrás de la máscara y, con el rojo neón, son francamente aterradores. Es como si se estuviera tomando su papel de depredador demasiado en serio.
O tal vez no es un papel para él. Tal vez sea su verdadero yo y lo que sea que muestre al mundo exterior es el papel real.
Su voz resuena en el silencio que nos rodea como una melodía retorcida.
—Tal vez no solo sentiste curiosidad. Tal vez querías el peligro y ver por ti misma lo que significa estar en esa nube de adrenalina. Tal vez solo querías ser cazada como un animal y luego capturada y devastada de la manera más bárbara. ?Es eso lo que querías, conejito?
Niego frenéticamente con la cabeza, negándome a aceptar los escalofríos que recorren mi cuerpo o la tensión entre mis piernas que se ha intensificado con cada una de sus palabras.
—?Me estás diciendo que si rasgo tus pantalones cortos y toco tu co?o, no lo encontraré empapado como cuando entré por tu ventana anoche?
Me congelo.
Espera… ?qué?
?Acaba de decir que anoche entró por mi ventana? ?Esa pesadilla fue real?
Me pone de pie y algunos guijarros crujen debajo de mis zapatos cuando me tambaleo un poco, tanto por el impacto de la comprensión como por la pérdida de su calor.
Juro por Dios que este bastardo me está jugando una mala pasada.
Tiene que ser.
?Verdad?
Se eleva sobre mí, la vista de su máscara agrega más a su existencia francamente horrible.
—Tu peque?o cuerpo se retorcía debajo de mí, casi intentaste montar mi mano, ?recuerdas?
—Eso no es cierto —susurro más para mí que para él—。 No lo hice.
—Lo odias, ?verdad? Cuánto deseas lo que tengo para ofrecerte, cuánto te duele esa sensación de dejarte ir mientras te devastan por completo. Por un momento, quieres dejar de ser una buena chica y dejar que lo que sea que acecha dentro de ti se libere, ?no es así?