—?Qué? —emití en un jadeo de miedo y desconcierto—。 Pero usted dijo que si le ense?aba el vídeo podía…
—No puedo darles otra oportunidad —zanjó—。 Si el problema hubiera sido que su grabación había resultado ser un desastre, quizá sí les habría dado más tiempo, pero lo que acabo de ver está mal.
Claro que no habría sido Jude Derry si me hubiera quedado con esa respuesta. De nuevo intenté convencerla. Recurrí a todos los métodos, pero no funcionó. Dijo que debíamos agradecer que nos ponía un suficiente y que no nos suspendía. Al final salí de la biblioteca a zancadas apartando a la gente sin importarme quiénes fueran, furiosa conmigo misma, con la profesora y con el jodido mundo.
—Jude —me detuvo Adrik en uno de los pasillos.
—??Qué?! —solté. Me di vuelta y lo miré con los ojos llameantes de ira.
él frunció el ce?o y me observó con extra?eza. Lo único que le faltó fue decirme: ?Oye, tranquilo viejo?.
—?Por qué estás tan enfadada? No nos ha suspendido —puntualizó.
Y mira, fue eso que dijo, cómo lo dijo y en qué momento lo dijo lo que causó que una oleada hirviente de ira me recorriera el cuerpo y estallara en mi boca.
—?No nos ha suspendido? —repetí, silabeando y apretando los dientes. Cada palabra salía cargada de una rabia intensa, contenida pero amenazadora—。 ?Qué demonios pasa contigo? Llegas tarde y, además, no intentas hacer que nos dé otra oportunidad. Sé que no te importa una mierda nada, pero a mí sí. No estabas solo en esto del vídeo, yo también salgo perjudicada.
Adrik pareció confundido.
—Pero lo que no querías era suspender, ?no? —me preguntó, desconcertado.
Que se rascara la cabeza con incredulidad me molestó más.
—?Te parece que la nota mínima es buena? —refuté.
—Pues no, pero al menos no es un cero.
Di un paso adelante y lo se?alé con el dedo. él miró mi dedo sorprendido y luego me miró a mí con algo de inquietud. Sí, yo era un poco más baja que él, pero en ese momento me sentí altísima, capaz de superarlo en lo que fuera.
—Te diré algo, Adrik Cash —empecé en un tono firme y agresivo—。 En tu mundo un suficiente no te afecta en nada. Lo tienes todo resuelto. Si te da la gana, transformas esa calificación en una mejor, y aunque no lo hicieras, igual tendrías las puertas abiertas en todos lados. En mi jodido mundo, una nota mínima lo estropea todo, así que no puedo permitirme notas mínimas. ?Te digo por qué? No tengo un apellido que me asegure que no me moriré de hambre.
Acto seguido me di la vuelta y me alejé por el pasillo.
Salí del edificio y me detuve fuera, frente a una máquina expendedora de barritas energéticas. Me hurgué los bolsillos y saqué unas cuantas monedas. Las metí de mala gana y luego la máquina no quiso entregarme la barrita. Le di unos cuantos golpes y luego, de repente, empecé a darle más golpes y patadas, descargando toda mi furia por lo que había sucedido, además de mi indignación por haber sido robada por una maldita máquina.
Terminé pegando la frente en la máquina. Cerré los ojos y exhalé con frustración.
—Después preguntas que cuál es la diferencia entre un tiranosaurio rex y tú —dijo Adrik por detrás de mí.
—No me compares con nada en este momento, ganarás de todos modos —resoplé en la misma posición, con los ojos cerrados y unas ganas enormes de que me tragara la tierra.
Lo escuché suspirar con cansancio.
—Mira, es solo una clase extra. —Como no dije nada, a?adió con resignación—: Si quieres, volveré a hablar con la profesora ma?ana para pedirle otra oportunidad.
—No conseguirás nada —solté, frustrada.
él se detuvo a mi lado y me apartó la frente de la máquina. Abrí los ojos y detecté una expresión pícara en su cara bien afeitada. Tenía unas leves ojeras, pero no le hacían perder su atractivo.
—?En serio? Porque yo creo que nada más tengo que respirar cerca de ella, y problema resuelto —dijo tan tranquilo.