Regan se atrevió a preguntarle qué le sucedía, todos vimos cómo movía la boca y le decía alguna cosa. Pero Aegan no reaccionó y siguió tan inmóvil que asustó a la mayoría. ?Iba a morirse o qué? Ay, Dios.
Regan volvió a preguntarle algo.
Y él entonces respondió, pero no con palabras.
Entre el silencio expectante de la feria, bajo el nocturno cielo estrellado, frente a los alumnos y alumnas de Tagus, Aegan soltó un largo, sonoro, líquido y asqueroso pedo. Y todos lo escucharon porque el micrófono amplificó el sonido.
Bueno, sí necesitaba algo.
Un retrete.
Cuarto suceso: ?La explosión?.
Quedé impactada, tan pero tan impactada que me llevé las manos a la boca. La gente también. Fueron cientos de ojos abiertos y asombrados los que lo vieron. Algunas sonrisas de burla aparecieron de inmediato, pero otras caras eran de perplejidad absoluta. ?Eso había salido del impecable Aegan? ?Ante la multitud?
Entonces me acordé: el laxante. El laxante acababa de hacerle efecto.
?Madre de todas las futuras diarreas! ???Jajajaja!!!
Justo cuando alguien entre la gente soltó una risa sonora de burla, justito antes de que otra persona le siguiera y otra más, Aegan tiró el micrófono al suelo y salió corriendo de la tarima en busca de un ba?o.
—?Oh, por Dios! —escuché a alguien exclamar cerca, entre a punto de echarse a reír a carcajadas y aún dentro del pasmo—。 ?Aegan Cash acaba de cagarse en los pantalones?
Al parecer, sí.
Se escucharon risas. Los comentarios empezaron. Las voces se alzaron en bullicio por toda la feria. Vi a Regan en la tarima tomar el micrófono para decir algo. Su boca reprimía una carcajada, probablemente feliz de que su medio hermano fallara en haber intentado robarle el discurso.
Sin duda alguna eso había sido buenísimo, pero no pude disfrutarlo. Aún no me había recuperado de la sorpresa por la transmisión en directo de Eli. Todavía sentía que podía desmayarme, que mi cerebro no estaba funcionando por completo para procesar mi fracaso. Yo solo… yo solo necesitaba respuestas.
Y fui a buscarlas.
Me fui rápido en dirección a donde debían de estar los ba?os de la feria. Esquivé a la gente que se reía y hablaba sobre Aegan. Oí comentarios por el camino: ?Seguramente comió tacos del puesto que está cerca de la tarima, saben mal?. Nadie sospechaba de un laxante, ni de mí.
Llegué a los ba?os portátiles, cuatro casetas azules juntas. No tardé en encontrarlo. Desde el último ba?o me llegó un sonido flatulento de esos capaces de causar risas. Me habría desmayado de las carcajadas de no ser porque yo seguía abrumada por el rostro de Eli.
—Aegan, ?estás ahí? —le pregunté, frente a la puerta.
—??Qué quieres?! —soltó desde adentro, entre alterado, enojado y dolorido—。 ?Vete!
No pude.
—Escucha, esa chica de la transmisión…
—?Es mi ex, sí! —aceptó él con impaciencia y amargura—。 Ahora lárgate de aquí. Oh, maldita sea —se quejó de su propio estómago.
De fondo, en toda la feria, empezó a escucharse la fantástica voz de Regan honrando a los ancestros de Tagus.
El culo de Aegan emitió un pedo líquido en protesta.
—Ella había desaparecido —solté también.
—?Qué? —Sonó extra?ado. Y molesto, pero sobre todo extra?ado.
—Lo escuché en alguna parte —mentí, necesitada de respuestas—。 Que un día se fue y ya no volvió más.
—Sí, a un retiro espiritual como ella ha explicado en la transmisión —contestó él con obviedad.
—Pero sus redes sociales y… —titubeé, aún descoordinada— y tú no hablaste de ella nunca…
—?Por qué hablaría sobre mi ex con mi novia? —soltó con enfado y con una flatulencia explosiva de fondo—。 Además, eso de los retiros te exige alejarte del mundo real, incluyendo las redes sociales. Creo que por esa razón ella las cerró.
Analicé su voz como siempre lo hacía, porque su rostro no podía verlo, aunque me lo imaginaba rojo e hinchado. A esas alturas, lo conocía demasiado. Lo sorprendente fue que sonaba genuino (dejando aparte las flatulencias), nada exagerado como cuando mentía o quería burlarse.