Adrik era un personaje oscuro y atrayente de un cuento de Edgar Allan Poe.
—Sabía que Francheska haría milagros —me dijo Aegan, analizándome con una sonrisa casi de burla—。 Es la primera vez que me gusta cómo te ves.
—Quisiera tener esa primera vez también —opiné, mirándolo de arriba abajo—, pero… meh.
No pensaba decirle que se veía desgraciadamente guapo, así que la sonrisa se le esfumó y pasó a mirar a Artie. La repasó. A ella se le colorearon las mejillas. Luego se giró hacia Adrik, como esperando algo. Adrik estaba tan distraído en nada que tardó unos segundos en notar que todos estábamos esperando que dijera algo. Se removió.
—Estás guapa —le dijo a Artie, seco, simple.
Ese halago me sonó obligado, nada sincero.
De repente, una puerta del pasillo se abrió y salieron dos chicas. Una se detuvo junto a Owen y la otra, sorprendentemente, junto a Aleix. Me fijé más en esta chica, porque a la otra la había visto en el círculo de Aegan. Esta era desconocida para mí, exageradamente bonita y rubia, y con un aire angelical.
—Ella es Laila, mi novia —la presentó.
La joven nos sonrió con dulzura a todos. Me recordó a la protagonista de Candy Candy.
Owen no se molestó en presentarnos a su chica y a ella no pareció importarle mucho.
Pasamos a las instrucciones.
—Bueno, esto es lo que va a pasar —empezó a decir Aleixandre—。 Ya está llegando la gente al área de la piscina. En todo momento todos nosotros debemos ir con nuestras parejas porque habrá periodistas y querrán fotografiarnos. Luego, a eso de las doce, Aegan hará un brindis y anunciará algo especial, así que no estén lejos en ese instante.
?Un anuncio especial? Seguramente sería alguna tontería.
Antes de irnos, Aleixandre se tomó un momento para arreglarle la corbata a Aegan, los últimos toques.
—Jude, tómame una foto, por favor —me pidió Artie, aprovechando el momento que nos quedaba.
—?No es mejor que te la hagas con Adrik? —pregunté, alternando la mirada entre ella y él, pensando que sería una genial idea.
Sabía que ella quería, pero que no diría nada porque no estaba segura de que él quisiera. Y es que ni siquiera daban ganas de preguntarle. Adrik se mantenía en silencio, con esa cara de repelente humano que lo caracterizaba. Emanaba rechazo. Toda su presencia gritaba: ?Si me hablas, te lanzaré ácido?.
Pero ella se atrevió.
—Yo… no sé… Adrik, ?tú quieres…?
—No me gustan las fotos —zanjó él.
Fue seco y odioso. Artie se quedó rígida. Yo me quedé boquiabierta.
Nuestros respectivos chicos nos ofrecieron su brazo, así que yo me agarré al de Aegan y todos salimos al área trasera de la casa. La noche estaba bonita, llena de estrellas, y la decoración era bastante sutil, pero elegante. Apenas nos hicimos visibles para los invitados, todos ellos con trajes y vestidos caros, empezó el show de saludar y del postureo.
Aegan comenzó a dar la mano y a hablar con todo el mundo. Fue fastidioso tener que sonreír y soportar que me agarrara por la cintura como si fuera de su propiedad. La fiesta ni siquiera era muy divertida. Era en un setenta por ciento como las tediosas fiestas de la gente de posición en las que vas hablando con uno y con otro, bebiendo de una copa y comportándote correctamente y no como una loca; el treinta por ciento restante se salvaba por la buena música, el alcohol y porque, para hacer las donaciones, los invitados podían probar vinos de diferentes países y comprarlos.
De todos modos, empecé a aburrirme porque solo oía cosas como:
—He escuchado que tu padre va a lanzarse a la presidencia.
—Pienso votar por él.
—Igual no necesita ganar porque ya son importantes…
—Esta fiesta es increíble, Aegan. ?Cuál es la meta de las donaciones?
—?Estás guapísimo!
Aegan respondía a todo con elocuencia. Hablaba con tanto orgullo de su familia que daba la impresión de que había nacido solo por ese apellido. Adoraba su linaje, eso estaba claro. Ser un Cash lo era todo para él.
En cierto momento, mientras estaba sonando una musiquita aburrida de baile lento, me di cuenta de que Artie estaba cerca de una mesa de bebidas y que parecía que le pasaba algo porque tomaba sorbos rápidos de su copa y miraba hacia todos lados con preocupación. Me excusé: