Su sonrisa rozó mi oreja. Sentí su respiración, era la respiración calmada de quien tiene la seguridad de controlar su mundo.
—?Estoy entendiendo bien? —preguntó con una diversión juguetona—。 ?Acaso tienes ganas de que te toque, Derry? ?Es que quieres pasar una noche conmigo? Aunque no sé si sería muy romántico, no es mi estilo…
—Oh, ?cuál es tu estilo? —le seguí el juego, falsamente intrigada—。 Déjame adivinar ?hacerlo duro?.
—Mejor dicho: hacerlo inolvidable —me corrigió.
Buena respuesta. Seguramente habría derretido a cualquier otra chica con ella, sobre todo por esa magnética y natural confianza con la que sonaban sus palabras. Nadie podría dudar de que eso fuese cierto. De ser yo otra persona, habría pensado que Aegan era capaz de enloquecer a una mujer con solo gui?arle el ojo.
—Vaya, es todo lo que deseo hoy —mentí, impresionada.
—Bueno, con tu aspecto de esta noche, no me parece mala idea —consideró.
Alcé las cejas y busqué sus ojos. El brillo astuto, orgulloso y malicioso estaba allí, en esos iris de un gris casi transparentes. Era impresionante cómo sus ojos entornados parecían reírse de todo con naturalidad. Habría sido el encantador y perfecto villano de una película.
—?Entiendo bien, Cash? —recurrí a su misma estrategia con la misma picardía—。 ?Es que acaso te gusto?
—Me gusta cómo te ves justo ahora. —Alzó ligeramente los hombros.
—Eso no responde mi pregunta —aclaré, y la pronuncié más lentamente—: ?No te gusto ni un poquito, Aegan?
Tuve muchas ganas de escuchar su respuesta.
Pero tenía formas más astutas de desviar las cosas.
En ese instante, él me hizo girar con habilidad. Me retuvo con sus brazos alrededor de mi cintura y me obligó a mover nuestros cuerpos con ligereza de izquierda a derecha. Un paso muy delicado, dulce, aunque yo solo fui consciente de que mi espalda quedó contra su pecho, su pelvis contra mi trasero y su boca contra mi oreja. Me sentí extra?amente peque?a, atrapada entre sus brazos, como si pudiese romperme con tan solo apretar un poco más.
Delante de nosotros vi al fotógrafo inspirado con la cámara a la altura del rostro.
—Sonríe para la foto —me ordenó Aegan con una sonrisa.
El flash se disparó, cegándome por un momento. Pensé que él me giraría entonces para seguir bailando, pero en esa misma posición susurró contra mi oído con una voz tan baja que sonó peligrosa:
—Estaré encantado de pasar la noche contigo, si es que después de la fiesta todavía quieres, claro…
Volvió a darme la vuelta con agilidad, hizo una inclinación caballerosa como para despedirse y se fue a buscar su vaso de whisky para continuar su tour de conversaciones por la fiesta. Por supuesto, ya había obtenido de mí lo necesario, así que me dejó ahí parada, demasiado intrigada por lo último que había dicho. ?Si todavía me apetecía? ?Qué significaba eso?
Oh, realmente no sabía lo que me esperaba.
Unas horas después de puro aburrimiento y de escuchar lo maravilloso que era el padre de los Cash, llegó el momento del brindis.
Todos se concentraron en el patio. No vi a Adrik por ninguna parte, pero sí a Artie, frustrada; a Owen, enganchado del brazo con su chica, y a Aleixandre, con su rubia Laila, muy acaramelados los dos. Los camareros nos entregaron copas de champán. En el cielo aún refulgían las estrellas, prometiendo, como una mentira, una linda noche.
El DJ bajó el volumen de la música y Aegan esperó un momento a que la concentración se completara, y luego se situó en el centro de la gente, que esperaba ansiosa, atenta.
Esbocé mi más ancha y perfecta sonrisa al mundo hipócrita y cruel de Tagus.
—La noche apenas acaba de empezar, pero quiero hacer una pausa para anunciar algo muy importante —comenzó a decir Aegan con esa voz poderosa, elocuente, embelesadora. Sus ojos brillaban de malicia, pero como él siempre era así, no le di importancia y me hinché como una novia orgullosa de estar a su lado. La gente escuchaba, expectante, ansiosa—。 Esta fiesta es para recaudar fondos para la fundación de personas sin hogar que dirige mi padre, pero hace poco decidí que beberíamos y lo pasaríamos bien juntos para ayudar también a otra causa. Por eso he traído varias botellas de mi colección personal de vino para venderlas en esta fiesta. No me ha resultado fácil tomar esta decisión, pero me satisface saber que el dinero recaudado con cada una de estas botellas irá a una nueva causa que ya considero muy especial para mí.