The Seven Year Slip(101)



La tristeza durará para siempre.

No era mentira. Había tristeza, había desesperación y había dolor, pero también había risas, alegría y alivio. Nunca hubo pena sin amor ni amor sin pena, y elegí pensar que mi tía vivía gracias a ellos. Por toda la luz, el amor y la alegría que encontró en las sombras de todo lo que la atormentaba. Vivió porque amaba, y vivió porque era amada, y qué hermosa vida nos regaló.

No me di cuenta de que Drew había vuelto hasta que se aclaró la garganta, con las manos en la espalda, sospechosamente, como si estuviera ocultando algo. Fiona no estaba con ella.

—Hola, lo siento. No quería darte esto con todo el mundo alrededor…

—?Qué pasa? —pregunté.

—Espero de verdad que no te enfades conmigo, pero… —Reveló un paquete y me lo dio—。 Cuando lo tiraste, yo… lo saqué de la basura. Intentaba encontrar el momento adecuado para dártelo y, bueno… nunca hay un momento adecuado, supongo.

Era el mismo paquete que había tirado, el de mi tía que se había perdido en el correo.

Lo tomé y pasé las manos por la letra de mi tía.

—Lo siento si estás enfadada pero…

—No. —Parpadeé con lágrimas en los ojos—。 Gracias. Me arrepentí de haberlo tirado.

Ella sonrió.

—Bien. —Luego se agachó y me abrazó—。 Te queremos, Clementine.

Le devolví el abrazo.

—Yo también las quiero a todas.

Me besó la mejilla y empezó a marcharse de nuevo, pero la detuve un momento.

—?Has tenido noticias? ?Sobre James Ashton?

?Lo había estropeado todo? Pero tenía miedo de preguntar esa parte, porque no me había enterado de una manera u otra de lo que acabó pasando con esa subasta. Creo que terminó hoy. Probablemente fue con Faux, o Harper, o…

Un brillo iluminó los ojos de Drew y asintió con una sonrisa. Se sentó en el borde del banco, me agarró las manos con fuerza y dijo: —?Lo tenemos! Me enteré justo antes de venir para darte una sorpresa.

Mis hombros se relajaron con alivio.

—Ya lo tienes.

—Tenemos algunas cosas que resolver en el contrato, pero es nuestro.

—Es tuyo —le corregí.

Su sonrisa vaciló un poco.

—Strauss y Adder no serán lo mismo sin ti.

—Será igual de bueno, y brillará contigo, lo sé.

Ella se animó.

—Tienes razón, y deberías decirlo más alto.

Así que lo hice. Me puse de pie, se?alé a Drew y grité: —?Atención todos!

Drew palideció.

—No, espera, para…

—?Por favor, un aplauso para Drew, la editora de libros más atenta y encantadora que jamás encontraran! —grité, mientras Drew intentaba hacerme callar y me ara?aba para que volviera a sentarme. El asistente de la sala me dirigió una mirada cansada—。 ?Y acaba de ganar el libro de sus sue?os en una subasta!

Hubo una ronda de escasos aplausos cuando Drew volvió a bajarme al banco, con la cara roja por el rubor.

—?Calla! ?Basta ya! ?Qué te pasa, quieres que te echen?

Me reí y prometí:

—Voy a celebrar cada cosa buena que se te presente.

El encargado de la habitación, que había empezado a caminar hacia nosotras, decidió que no valíamos la pena, se dio la vuelta y se marchó de nuevo a su percha junto a la puerta.

Drew dijo:

—Eres una amenaza.

—Me quieres.

—Lo hacemos —aceptó, y sus ojos volvieron a bajar hacia el paquete—。 ?Vienes a buscarnos cuando termines?

—Lo prometo.

—Bien, bien. —Y se fue de nuevo a buscar a Fiona.

Cuando se marchó y el silencio volvió a apoderarse de la galería, me quedé mirando el paquete que había en el banco de al lado. Era peque?o, del tama?o de una postal, así que era fácil que se perdiera. Llevaba media docena de sellos de aduanas, en los que se detallaba su largo y angustioso viaje. Era casi imposible que volviera a mí, pero así fue.

Mis dedos se deslizaron bajo el papel marrón del paquete y finalmente lo abrí. Era una guía de viajes de Islandia. ?vint?ri Bí?ur, de Ingólfur Sigur?sson. Cuando lo puse en Google, se tradujo como ?La aventura espera?.

Y había metido una carta dentro:

?Para detallar nuestro viaje del a?o que viene! Lo encontré en una peque?a librería de segunda mano en Canterbury, Inglaterra.

Con amor, AA

Se me torció la boca y se me llenaron los ojos de lágrimas. Lo había estado planeando aunque, al final, no estaba muy segura de querer ir.

Cerré la carta y la volví a meter en el libro del viaje que nunca haría, y volví los ojos hacia Van Gogh.

Nunca sabría si quería irse o no, si fue accidental o intencionado, pero preferí creer que, en otro universo, estábamos subiendo a un avión rumbo a Islandia, ella con su abrigo de viaje azul empolvado, el pelo recogido en una bufanda, dispuesta a hojear todas las novelas románticas que había cargado en su kindle, y yo pintando escenas en ?vint?ri Bí?ur.

Ashley Poston's Books