—Antes dijiste que Gareth es el ni?o dorado de papá, eso significa que tú no lo eres. También dijiste que tiene rasgos molestos. Ah, y nunca publicaste una foto de ustedes dos solos en tu Instagram.
—Alerta de acosadora. No sabía que revisaste todas mis publicaciones, cari?o.
Mis mejillas arden.
—Ese no es el punto.
—Entonces, ?cuál es?
—Tu relación con tu padre.
—No hay relación de la que hablar. Nunca le gustó la idea de mí o el hecho de que existo.
—Seguramente lo entendiste mal.
—No hay nada que malinterpretar al decirle a mi madre que deberían haberse detenido en mi querido hermano mayor, también escrito aburrido, porque soy defectuoso.
Un escalofrío corporal me atraviesa. Aunque el tono de Killian sigue siendo el mismo, puedo sentir el cambio en su comportamiento. El tema le molesta, y quiero saber más.
Quiero hundir mis u?as en la parte incómoda de él y arrancarla porque sé que probablemente sea el único él real que jamás vería.
Ahora, estoy empezando a pensar que Killian tiene a Gareth en su lista negra por culpa de su padre.
Cuanto más favorecido es Gareth por su padre, más lo ataca.
No es que sea correcto, pero es un mecanismo de defensa.
Como la forma en que Lan se vuelve más insufrible cuanta más mamá cuida a Bran.
—Debes haber tenido una idea equivocada. La mayoría de los padres no odian a sus hijos.
—La palabra clave es la mayoría. Ahora, déjalo.
—Pero…
—Dije. Dejalo.
El trasfondo oscuro no deja espacio para la negociación, pero antes de que pueda pensar en una manera de volver al tema, pregunta con su voz indiferente: —Volvamos al tema en cuestión. ?Tengo tu admiración?
—?Por qué?
—Por ser un genio de primera clase.
Mi pecho se aprieta y odio que esté encantada de que quiera mi admiración.
Odio que sea lo primero que se me ocurra.
—Más bien, trataste astutamente de obtener admiración. Lamento decírtelo, pero debes esforzarte más.
Una sonrisa levanta sus labios.
—Siempre listo para un desafío.
—?Eso es lo que soy para ti? ?Un reto?
—Quizás sí. Quizás no.
Gimo.
—Sabes que eso no es una respuesta. ?Lo estás haciendo a propósito?
Sonríe.
— Quizás sí. Quizás no.
—Ugh. Eres un maldito idiota.
—Ah. No. Sabes que me excita tu boca sucia. Especialmente con ese peque?o y sexy acento tuyo.
Frunzo los labios, luego lo miro, lo que solo ensancha su sonrisa.
Llegamos frente al dormitorio y estaciona, luego me mira fijamente.
—Está bien, está bien, seré amable y responderé tu pregunta. Eres un reto, conejito. El peor de todos, el más exasperante de todos, pero lo más importante, el más entretenido de todos.
Mi estómago se hunde y una sensación horrible y fea me sube por la garganta. Me toma un momento tratar de respirar normalmente.
Para tratar de no ser afectada.
Para tratar de no dejar que sus palabras tengan peso.
Pero es inútil. Ya echaron raíces y comenzaron a ramificarse en patrones caóticos.
—Me alegro de poder ser tu entretenimiento —mascullo.
—Pierde la cara larga y el sarcasmo. ?Y quién es el que predicaba sobre querer siempre la verdad no hace dos minutos? Podría haberte mentido, pero no lo hice.
Cuando permanezco en silencio, su voz se oscurece hasta un punto que nunca antes había escuchado.
—?Quieres que te mienta? ?Quieres que me ponga una máscara a tu alrededor, pretender ser alguien que será aceptado por tu linda moral, es eso, Glyndon? Porque puedo ser tu puto príncipe azul, un caballero de brillante armadura y una jodida fantasía de ensue?o, todo en uno mientras jodo tu vida.
—No quiero nada de ti. —Abro la puerta del auto y básicamente corro adentro.
Me llama por mi nombre una vez, con molestia, pero lo ignoro, contenta de que el portero no lo deje entrar sin un pase.
Mi corazón late más rápido con cada paso que doy. Está golpeando, rugiendo y pulsando en mis oídos con un ritmo espeluznante.
Tengo que apoyarme contra la pared por un segundo para recuperar el aliento.
Maldito sea.
Y maldita sea yo por permitirle tener este tipo de efecto en mí.