—?Implica esfuerzo? —interrumpió Owen, pues él consideraba importante saber eso primero.
—Solo tendrán que vigilar que no falle nada —le contestó Aegan.
—Cuenta conmigo —aceptó Owen entonces.
Aegan siguió explicando:
—Los he organizado por parejas, Aleixandre y Laila, Owen y Adrik, y Jude y Artemis. También he redactado las instrucciones sobre las secciones que tienen que vigilar.
Entró en juego un sobre amarillo que reposaba sobre la mesa. Aegan lo tomó, lo abrió y sacó hojas para todos. Las fue entregando hasta que llegó a mí. Vi que el título era: ?Decoración? y que bajo él había una lista de las cosas de las que debíamos asegurarnos.
—?Es todo? —preguntó de repente Adrik. Al escuchar su voz me quedé helada.
—Sí —contestó Aegan.
—Bien —soltó, seco.
Rígida, escuché su silla deslizarse. No quise alzar la vista, pero cuando lo hice, lo único que vi de Adrik fue cómo nos daba la espalda y se alejaba de la zona de la piscina.
—?Qué le pasa a Driki? —preguntó Aleixandre con extra?eza.
—Lo normal: desprecia a la humanidad y no aguanta pasar más de cinco minutos con nosotros —respondió Owen, encogiéndose de hombros.
—Ya hablaré con él —aseguró Aegan, como si a Adrik le esperara un sermón solo por comportarse como Adrik.
Los demás no parecieron notar nada raro y se pusieron a hablar sobre la feria y las cosas que tenían que hacer. Yo entré en cierto pánico interno porque ?sabes lo que significaba eso?, pues que todo el tiempo que creí que tendría para encontrar pruebas en contra de Aegan se acababa de reducir a dos insuficientes días. ?Además, adelantar la feria significaba también que lo de terminar con él públicamente en la tarima también se adelantaría!
Todo acababa de dar un giro complicado para mi plan. ?Qué podría lograr en tan poco tiempo? Aunque tenía en mi poder la grabación de Aegan en el club confesando tener algo que ver con la muerte de Eli, la prueba de que ese sitio existía aun cuando las reglas lo prohibían…
—?Qué te pasa? —me preguntó Aegan de repente en un tono más bajo, solo para nosotros dos.
Salí de mis pensamientos. Lo miré entre parpadeos estúpidos.
—?Qué me pasa? —inquirí como respuesta automática.
—No estás hablando o haciendo preguntas que no debes. —Me contempló con ojos entornados, cargados de curiosidad.
—Bueno, es que tienes reglas estúpidas como que no debo hacerte muchas preguntas, ?no? Creo que una vez lo mencionaste en el auto, aunque no te estaba prestando mucha atención, a ser sincera.
—?Y desde cuándo tú cumples las reglas? —Se rio como si fuera algo absurdo.
Ah, vaya.
—?Es que te pones nervioso cuando no te fastidio? —inquirí, esbozando una falsa sonrisa—。 Has debido de echarme mucho de menos…
—?Cómo no iba a echar de menos a mi rara, fastidiosa y escandalosa novia? —Sonó divertido, pero solo yo entendía la falsedad y la malicia de esas palabras. De pronto pareció acordarse de alguna cosa—。 De hecho, te he echado tanto de menos que te he comprado una cosa.
Metió la mano en el bolsillo de su short y sacó una peque?a cajita dorada, amplió su perfecta y retorcida sonrisa apenas notó mi expresión, y abrió la tapa para mostrar el regalo. Abrí los ojos como platos porque no me esperaba eso.
Adentro había un anillo. Era de un plateado delicado, fino, y en el centro se unía en una ?A? también de plata. Era un anillo sencillo.
—Aegan —dije, porque sabía que eso significaba la ?A?.
él asintió con orgullo y satisfacción.
—Su mano, por favor, se?orita Derry —me pidió en un tono caballeroso y masculino que me dejó pasmada.
No supe qué rayos decir. Intenté que se me ocurriera algo, pero la boca se me secó tanto que terminé tragando saliva. Hice lo que me pedía como una mu?eca mecánica y seguí, estupefacta, cada uno de sus movimientos. Aegan me tomó la mano que se vio peque?ísima sobre la de él, sacó el anillo de la caja y lo deslizó por mi dedo medio.