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Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(123)

Author:Alex Mirez

Lo único seguro era mi venganza.

Lo que ambos sentíamos era un error.

—No puedo —susurré.

—?No puedes o no quieres? —me preguntó.

—No puedo —contesté con decisión—。 No es por ti, ni por mí. No lo entenderías, pero no puedo, no lo haré.

No quise mirarlo a los ojos. Siempre he pensado que soy bastante fuerte, que no soy de las que se echan a llorar. Todo lo contrario, soy de las que convierten las lágrimas en combustible para enfrentar lo que venga, pero no me sentí así en ese momento. Me sentía destrozada.

La noche anterior, Adrik me había mirado como si estuviera dispuesto a permitir que yo descifrara sus enigmas, como si yo pudiera convertirme en la chica que derrumbaría sus muros de frialdad y distancia. Ahora, sin embargo, sentía que si me enfrentaba a la forma en que me miraba, con rabia y con desprecio, como si quisiera acabar conmigo ahí mismo, me derrumbaría. Ver sus ojos plomizos en ese momento me debilitaría.

Así que lo único que hice fue escuchar las palabras cargadas de ira y resentimiento que dijo antes de irse:

—Se te da bastante bien eso de hacer creer a la gente que eres diferente.

Después se alejó y yo me quedé plantada en ese sitio un momento, tragándome la bomba de sentimientos que amenazaban con hacerme explotar. Luego tomé aire, mucho aire, y avancé para volver a la terraza. Caminé fuera de foco, con la mente revuelta y unas insistentes ganas de salir corriendo. No obstante, ya había hecho mi elección. Ahora tenía que seguir adelante, a pesar de que todo lo que venía prometía sería desastroso.

Cuando volví a la zona de la piscina, todos se encontraban en el bar porque Owen estaba preparando unos cocteles para brindar por el discurso de Aegan. No había rastro de Adrik. Artie parecía entretenida mientras hablaba con Laila. Aegan estaba contando a Aleixandre algo que había hecho, algo que según él era maravilloso.

No supe dónde dirigirme. Ningún lugar me pareció adecuado, ninguno me pareció cómodo. No encajaba allí. Quise irme, pero me quedé quieta, mirando a Aegan, hasta que él sintió el peso de mis ojos. Me observó desde su lugar en la barra y frunció ligeramente el ce?o con extra?eza.

Como te dije antes, si hay algo que nunca debes hacer es subestimar a Aegan Cash. No conoces el poder hasta que lo conoces a él. Mientras avanzaba hacia mí con pasos seguros y confiados, tuve la impresión de que lo sabía todo, de que quizá siempre lo había sabido. Fue un ramalazo punzante el que me hizo ver que incluso desprendía un aire de triunfo.

Y no tuve el valor de confirmarlo.

Llegó hasta mí y me miró desde arriba, serio.

Seré sincera, no tenía ni idea de cómo lo hacía, pero Aegan conseguía imponer su voz para mover los hilos de Tagus y de las vidas que lo rodeaban. No era fácil anticiparse a sus jugadas. No era un simple chico malo y predecible, era una mente metódica, omnipotente, astuta. Por eso me pregunté: ?sabría que Adrik me pediría que eligiera entre los dos? ?Sabría que Adrik y yo discutiríamos? Sabiéndolo o no, había ganado.

Me sentí tan mal que pensé que, si lo único que tenía eran mis mentiras, me aferraría a ellas durante un rato.

Di un paso hacia Aegan y rodeé su torso con mis brazos, hundiéndome en su pecho. él me devolvió el abrazo y comenzó a acariciarme el pelo. Al mismo tiempo me susurró al oído en un tono tan tranquilizador como inquietante:

—Todo está bien, preciosa, yo siempre haré que esté bien.

Y entonces dejó un beso sobre mi cabello, así que me aferré a su cuerpo y fingí que era cierto que todo estaba bien, que yo no acababa de preferir la venganza a estar con el único chico que, por primera vez en mi vida, me había arrancado las armaduras con un beso.

—Necesito que finjas que me quieres —le susurré.

—Puedo incluso fingir que te amo.

24

Esa endemoniada sensualidad es cosa de genética…

Y la maldad también

48 horas antes de la feria

De acuerdo, las circunstancias me obligaron a idear un plan nuevo, y no estaba tan mal.

A falta de tiempo para seguir investigando, debía utilizar lo más valioso que tenía: la grabación de Eli saliendo asustada de la biblioteca y el vídeo que yo había grabado en el club nocturno en el que aparecía Aegan hablando de que estaba muerta. Podía mostrarlos el día de la feria a todo el mundo y el resto se haría solo, ya que las imágenes se difundirían por todas partes.