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Perfectos mentirosos (Perfectos mentirosos #1)(133)

Author:Alex Mirez

?Qué…? No. ?O sí? Era posible…

Oh, no, por favor, no.

No supe qué decir. Fue el peor momento para no saber qué decir. Y él lo notó.

—Sí, es muy astuto —aceptó, medio pensativo, pero cruel—。 Toda esa mierda de la lectura, de ser rebelde, de no estar de acuerdo con sus hermanos, les gusta a las chicas. Muchas veces te recalcó que es diferente a mí, ?no? Porque así quería que lo vieras, y así lo viste. No creíste que él fuera capaz de tratarte como yo lo he hecho. Esa seguramente era su idea.

Los ojos entornados me miraron con la inclemencia y frialdad con la que un tirano miraría al líder de un país enemigo. Nunca me quedó más claro lo que éramos que en ese momento en el que estaba atacándome con efectividad tan solo con esas palabras. Le sostuve la mirada por un instante, pero luego decidí que tenía que alejarme de él mientras estuviera así de enojada o lo estropearía todo con mi enorme e indiscreta boca.

Di unos pasos para irme, pero por un momento me giré hacia él.

—Eres tan repugnante, Aegan Cash —le dije—, que no entiendo cómo puedes dormir por las noches respirando tu propio hedor.

Dicho eso, me quité el anillo con la letra ?A? que me había regalado, se lo arrojé a la cara, me fui de allí y lo dejé atrás.

Caminé hasta que encontré un lugar calmado y solitario. Era una especie de parque con algunos bancos, flores y mucho césped verde que invitaba a acostarse en él. Me senté en un banco para calmarme. Tenía que tranquilizarme, ya que tenía la respiración acelerada, los ojos ardiendo y la boca seca.

?Jude, cámate pofavo.?

Ya sabía que Aegan era así de malvado. Y Adrik… ?Realmente me había enga?ado con su imagen de chico diferente? Claro, ?cómo había sido tan estúpida? Era un Cash. Intentar separarlo del apellido había sido mi error.

Me sentí un poco débil por eso. Y yo no era débil. No debía serlo. Había llegado a Tagus y, a pesar de todo lo que había pasado, seguía de pie en ese punto de la historia, todavía como novia de Aegan, con pruebas que lo incriminaban, más cerca de la meta. No podía derrumbarme ahora por culpa de Adrik, fueran ciertas o no esas acusaciones de que solo había querido estar conmigo para molestar a su hermano.

Ya no me serviría de nada sufrir por eso en esos momentos. ?Que todos sabían lo que había pasado entre Adrik y yo? Bien, eso tampoco me detendría.

Todo lo contrario. Ya no me sentía indecisa.

Sabía lo que haría al día siguiente.

Lo destruiría.

Por supuesto, en esa feria sucedieron cosas inesperadas.

Allí todo empezó a caer.

Los Cash.

Mis mentiras.

Y los secretos.

26

?A que esto no te lo esperabas, Jude?

12 horas para el inicio de la feria

Tuve que preguntarle a Dash dónde podía encontrar a Lander, porque ahora Artie no iba a decírmelo. Ni siquiera me dirigía la palabra, así que fui sola a ver a ese chico.

Tenía muy claro cómo iba a llevar a cabo mi plan, pero necesitaba su ayuda.

Atravesé las puertas de una de las salas del edificio de ingeniería. Fue como entrar en un universo cibernéticamente cool. Había muchas pizarras de acrílico en las paredes, algunas transparentes y otras blancas. Tenían demasiadas cosas escritas en distintos colores: códigos, números y términos entendibles solo para informáticos. También había pósteres y unas cinco filas de computadoras que, comparadas con las de la biblioteca, parecían unos poderosos monstruos de los que salían cables y aparatos que en mi vida lograría entender para qué funcionaban. Me sentí como en una sala de control de una película de ciencia ficción.

Solo había una persona allí dentro. Estaba en la fila del fondo, sentado en una silla giratoria, con unos enormes auriculares puestos. Se escuchaba un tecleo y los clics del ratón. Mientras me acercaba, pensé que me encontraría con un genio descifrando códigos, accediendo a sitios ilegales, robando información…; en fin, un hacker en acción.

Pero Lander estaba jugando a Fortnite.

Ah, vale.

Le toqué el hombro con un dedo y el chico saltó del susto en el asiento. Al mismo tiempo se giró y los auriculares se le cayeron de la cabeza e hicieron que también se le cayeran las gafas de pasta. En fin, un desastre.