—Se está ba?ando, ahora saldrá —contestó al mismo tiempo que destapaba la cerveza.
Se hizo un silencio. Mientras, me quedé parada en medio de la sala, sosteniendo la bolsa con las dos manos por delante de mí. Ese ambiente incómodo, pesado, de que había algo entre nosotros sin resolver, se espesó tanto que sospeché que si alzaba una mano podría palparlo. Quise moverme, pero tampoco supe a dónde, así que fingí observar las paredes y todo lo que se me cruzara por el camino.
—Oh, hola, lámpara.
—Hola, perra mentirosa.
Sacudí la cabeza. ?Qué demonios…? Jodida lámpara, ?o jodida conciencia? Puse cara rara hasta que me acordé de hacer la pregunta:
—?Aegan está… enfadado?
—?Por qué tendría que estarlo? —respondió él, perdido en sus pensamientos.
—Por lo del vídeo.
Hizo un gesto pensativo.
—No —dijo al cabo de un momento—。 Ya hemos hablado.
Ay, Dios, habían hablado de mí. ?Podía ser peor?
—?Qué han hablado? —pregunté, nerviosa—。 ?Puedo saberlo?
Su respuesta fue sencilla:
—Hum, no.
—?Adrik! —exclamé, ya estresada por la intriga.
él se puso una mano en la frente como si de repente se hubiese acordado de algo ajeno al tema de su charla con Aegan.
—Lo siento, pero qué descortés soy al dejarte ahí de pie —me dijo, fingiendo amabilidad, y se?aló un punto de la sala de estar—。 Puedes esperar a mi hermano allá en el balcón, donde pasamos el rato aquella noche que te traje al apartamento.
Fue totalmente inesperado. Quedé como: ??Qué…? ?Por qué menciona eso ahora??.
—?Qué? —emití con cierta estupefacción, pero él me interrumpió al mismo tiempo que salió de la cocina a paso tranquilo.
—O ahí, donde me dijiste que te había gustado mi beso. —Se?aló un punto específico del suelo, en el que efectivamente me había quedado inmóvil la noche que nos besamos en el apartamento.
Formé una fina línea con los labios. Los recuerdos adquirieron la forma de una enorme garra que me apretó el estómago hasta revolvérmelo. Tragué saliva. Lo decía todo con tanta serenidad, como si fueran temas sin importancia que podía hablar con cualquier persona en cualquier momento.
—Adrik, por…
Volvió a interrumpirme:
—O mejor ahí en el sofá, donde te quité la ropa, te toqué y casi te…
—?Ya basta! —exclamé de golpe, atónita, antes de que dijera cosas que no debía. Alterné la vista entre la entrada del pasillo que llevaba a las habitaciones y él, nerviosa y con una expresión de horror—。 ??Qué demonios haces?! —a?adí en un susurro exasperado.
él cerró la boca y se detuvo a pocos metros de mí, pero su gesto se mantuvo cruel. De hecho, una mínima pero maliciosa sonrisa le alzó la comisura derecha. ?Que iba a actuar con madurez? No, se?oras y se?ores, Adrik Cash estaba haciéndole honor a su apellido y reputación.
—No nos puede oír. Debe de estar muy ocupado hablándose a sí mismo en el espejo —dijo con desinterés.
No podía creer que estuviera comportándose así. No era propio de él, ?o sí? De pronto, estando uno en cada extremo de la sala, como dos vaqueros a punto de sacar nuestras pistolas para enfrentarnos, tuve la sensación de que no conocía a Adrik en absoluto.
—Estás bastante comunicativo hoy, ?no? —le solté, sarcástica.
—Uno tiene sus días buenos —dijo, y la sonrisa pasó a ser amarga.
Fruncí los labios para contenerme.
Volví a mirar en dirección al pasillo y luego solté en un tono bajo y enfurecido:
—?Qué? ?Esto es lo que harás ahora? ?Convertirás tu ira hacia mí en una estúpida guerra?
—?Y no era eso lo que tú hacías al principio? —se defendió con un tonillo cínico que me estaba comenzando a irritar más de lo recomendado.
Fruncí tanto los labios y apreté tanto la mandíbula que debió de quedarme una mueca graciosa. Lo se?alé con el dedo como si lo que quisiera fuera acuchillarlo, y finalmente volví a dar un paso hacia atrás. No. Respira, Jude. Haz como ese personaje de Pucca, Ring: ?No me enojo, no me enojo?. En definitiva, no iba a entrar en una discusión con él, no iba…, no iba a…