Bien, Lander era… ?cómo explicarlo? Hay chicos que te parecen sexis, duros, y hay otros cuya cara te inspira ternura y cari?o. él era de los segundos. Tenía un aspecto desastroso, con las gafas torcidas y el cabello pelirrojo despeinado, pero era guapo de un modo poco convencional. Tenía muchas pecas alrededor de la nariz y los labios en una línea rosada y esculpida. Sus ojos eran dos enormes reflejos de la miel y la expresión de susto le quedaba incluso adorable. Llevaba una camisa azul eléctrico y debajo una camiseta de manga larga negra. Sus pantalones eran unos Levi’s viejos con algunas marcas accidentales de marcadores Sharpie.
Extendí la mano hacia él.
—Hola, soy amiga de Artie —le saludé, amigable.
Dudó un segundo, pero me apretó la mano.
—Sé que es raro que esté aquí sin conocernos —dije—, pero le pregunté a Artie si podía pedirte un favor relacionado con la feria de ma?ana y me dijo que quizá podrías ayudarme. Soy parte del comité de organización de Aegan Cash.
Fue como si al pronunciar el nombre automáticamente le arruinara el día. Su expresión cambió a una de fastidio.
—Aegan… —dijo con algo de hastío e incluso con algo de… ?rencor?—。 Me ha llamado unas cinco veces y le he dicho que todo está en orden. Recibí las instrucciones y todo está preparado. Puedes decirle que se calme.
—Está nervioso porque dará un discurso superimportante —intenté disculparme en su lugar—。 O iba a darlo. Ya no lo sé.
—Mmm… —murmuró Lander, en un claro: ?No me importa, es un imbécil?.
Y lo entendía. De hecho, me agradó que no fuera de los que admiraban ciegamente a Aegan.
—Bueno, el caso es que se le ha ocurrido una idea nueva y necesita que en el momento en que se esté dando el discurso se reproduzca un vídeo conmemorativo en las pantallas —dije, yendo directa al grano.
Pensé que se negaría, pero en serio parecía que quería terminar rápido con ese tema.
—De acuerdo —aceptó—。 Dame el archivo.
No lo había llevado conmigo porque era valioso. Lander era muy cuqui, pero en esos momentos no debía confiar en nadie.
—Te lo entregaré ma?ana —le aseguré con una mentira—。 Es que aún lo están editando.
Asintió y se giró en su silla para seguir con lo suyo. Sin nada más que hacer allí, avancé hacia la puerta para irme, pero antes me lanzó una pregunta:
—?Es verdad que Artie te dijo que podías venir a pedirme un favor?
Lo miré. No se había girado en la silla. Su cabello rojizo era muy lacio y sus hombros un poco delgados.
—Sí, ?te parece raro? —pregunté sin entender.
—Muy raro —admitió—。 Ella cree que no me doy cuenta, pero sé que no le gusta que se enteren de que estamos… relacionados de algún modo.
Uy, de eso también me había dado cuenta, pero no tenía la crueldad (al menos no para él) de aceptarlo. Y tampoco quería perjudicar a Artie, aunque ya no nos habláramos.
—?Por qué no le gustaría? —intenté mediar—。 Me pareces genial.
—?En serio? —resopló, aunque con un poco de amargura—。 ?Te parezco tan genial como un Cash, por ejemplo?
Pues… físicamente podía ser superado por cualquiera de los Cash, que resplandecían aun no queriendo resplandecer, pero Lander, aunque no lo conocía, se veía que tenía su punto. Pensando en eso me di cuenta de que no había considerado lo mal que debían sentirse todas las personas que habían perdido oportunidades por culpa de que siempre ponían por delante los privilegios de los Cash, y también todas aquellas que, alguna vez, ellos habían opacado.
—Lander, los Cash no me parecen ni un poquito geniales —me sinceré.
No dijo nada por un momento. Luego susurró:
—Ojalá Artie pensara de ese modo. Y lo superara.
No lo entendí. Iba a activar mi lado chismoso, pero mi móvil vibró. Era un mensaje de Aegan: ?Creo que estoy algo resfriado y hoy debo estar perfecto. Pasa por la farmacia y tráeme algo. Estoy en el apartamento. Mueve ese culo de tabla?.
Bueno, al menos sí seguía teniendo contacto con él. Quizá ya no estaba enojado. Yo sí lo estaba, pero debía tragarme mi furia.