—Pues no quiero —dije, y alcé las manos en un gesto de rendición—。 No te seguiré el juego, así que no te esfuerces.
Adrik mantuvo su calma chocante y soltó una risa burlona, amplia, como si hubiera escuchado lo más ridículo del a?o.
—Pero, Jude, yo nunca tuve que esforzarme ni un poco en nada —admitió con suma tranquilidad e incluso con algo de presunción—。 Y creo que eso lo sabes bien.
Solo le faltó gui?arme un ojo para completar la escenita de idiota engreído.
—No sabía que tenías ese ego —murmuré, pero me escuchó, y respondió con indiferencia:
—Hay tantas cosas que no sabemos ni sabremos el uno del otro…
Claro, ya no habría nada entre nosotros, nunca. Eso me hizo sentir… ?triste?
La figura alta y recién ba?ada de Aegan apareció por el pasillo, salvando el horrible momento. Se había anudado la toalla alrededor de las caderas y tenía un montón de gotitas sobre los hombros tatuados. El cabello le caía en un desorden húmedo y su piel brillaba de frescura. No obstante, todavía no se había afeitado y juraría que le vi unas tenues ojeras. Aun así, no tenía mal aspecto. Aegan se habría visto igual de atractivo, aunque tuviera mocos y lega?as en la cara. Era como un puto don.
—Aquí estás… ?Me has traído lo que te pedí? —me dijo como si nada.
Al menos no había escuchado las tonterías que habíamos dicho Adrik y yo.
—Sí —respondí, y transformé mi voz en la de novia melosa. Hurgué en la bolsa y saqué el bote de antigripales. Como no quería fallos, lo abrí yo misma y saqué una píldora—。 Toma, esto te ayudará.
él la cogió con confianza y me gui?ó un ojo con coquetería. Luego se inclinó hacia mí y me dejó un beso de saludo sobre los labios. Olía a jabón masculino y su boca estaba fría por la ducha. Entonces…, ?estábamos bien? ?Eso significaba el beso? ?Yo seguía siendo su novia? ?Por qué?
Me fijé en que Adrik nos estaba echando una mirada entornada y suspicaz, y si hubiera sido posible que los humanos se enviaran mensajes telepáticos, lo habría oído en mi cabeza diciendo: ?Eso, Jude, besa a mi hermano y luego ten sue?os húmedos conmigo?.
Pensé que me pondría verde de la inquietud. El momento era demasiado raro.
—?Tú qué? —le dijo Aegan a Adrik al notar su presencia en la sala—。 Deja tus rarezas y anda a prepararte, que faltan pocas horas.
Al menos no estaban enojados el uno con el otro.
Aunque la relación entre Aegan y Adrik podía ser indescifrable para otros.
—Solo hablaba con Jude mientras ella te esperaba —aclaró Adrik, sereno, encogiéndose de hombros—。 Para que no se aburriera. Todavía puedo hacer eso, ?no?
Ese ?Todavía puedo hacer eso? casi me mató. ??Qué demonios habían hablado?!
Aegan hizo un gesto para quitarle importancia.
—Claro que sí —dijo, y empezó a hacer estiramientos con sus brazos—。 Cuéntenme, ?cuáles son las nuevas?
—Ningunas, Jude solo me decía que le gusta mucho ese sofá —respondió Adrik con indiferencia al mismo tiempo que se?aló el enorme mueble de la sala.
Un segundo después, en el que quedé helada por esa indirecta tan astuta y malvada, él avanzó en dirección al pasillo para perderse, triunfante.
Sentí un tic en el labio superior. Me mantuve inmóvil a un nivel de convertirme en Super Saiyajin y atacarlo a patadas consecutivas, pero no me enojo, no me enojo.
Aegan frunció el ce?o con extra?eza y me miró.
—?En serio? A mí me parece de lo más normal —opinó.
Luego se dirigió a la cocina para tomarse el antigripal/laxante con algo de agua.
Me giré hacia él, respirando profundamente para calmarme. Ahora que lo veía bien, tenía ese brillo habitual de energía y poder. Parecía más bien… el triple de animado que otros días, como si lo hubieran sacado de una revista de hombres maravillosos y perfectos.
—No pareces enfermo —dije, y seguí estudiándolo con curiosidad.
—Por eso te dije ?creo? —enfatizó con un detenimiento encantador.