The Seven Year Slip(4)
Para ser justos, se me había olvidado que era la noche de inauguración de una galería con su obra. Era un artista (en realidad, un metalúrgico) y esto era algo muy importante para él.
—Lo siento, Nate. Esto es importante.
Y así fue, estaba segura de ello, aunque no recordaba cuál había sido la emergencia que me hizo quedarme hasta tarde.
Se quedó en silencio durante un largo momento y luego preguntó:
—?Así será como va a ser? No quiero ser el segundo en tu trabajo, Clementine.
—?No lo eres!
Lo era. Definitivamente lo era. Lo mantuve a distancia porque al menos allí no podría ver lo destrozada que estaba. Podría seguir mintiendo. Podría seguir fingiendo que estaba bien, porque estaba bien. Tenía que ser. No me gustaba que la gente se preocupara por mí cuando tenían tantas otras cosas de qué preocuparse. Ese era mi atractivo, ?verdad? Que no necesitabas preocuparte por Clementine West. Ella siempre lo resolvería.
Nate dejó escapar ese profundo suspiro.
—Clementine, creo que debes ser honesta. —Y eso fue todo: el clavo en el proverbial ataúd—。 Estás tan cerrada que usas el trabajo como escudo. Creo que ni siquiera te conozco realmente. No te abrirás. No serás vulnerable. ?Qué pasó con esa chica en esas fotos, con acuarela debajo de las u?as?
Ella se había ido, pero eso él ya lo sabía. Me conoció después de que ella ya se había ido. Creo que esa podría haber sido la razón por la que no me dejó simplemente después de que cancelé mis planes con él la primera vez, porque siguió tratando de encontrar a esa chica con acuarelas debajo de las u?as que vio una vez en una foto en mi antiguo apartamento. La chica de antes.
—?Me amas siquiera? —continuó—: No recuerdo que lo hayas dicho ni una sola vez.
—Solo hemos salido durante tres meses. Es un poco pronto, ?no crees?
—Cuando lo sabes, lo sabes.
Fruncí los labios.
—Entonces supongo que no lo sé.
Y eso fue todo.
Estaba al final de esta relación. Antes de decir algo de lo que me arrepintiera, colgué el teléfono y le envié un mensaje de texto diciéndole que todo había terminado. Le devolvería su cepillo de dientes por correo. Dios sabe que no iba a hacer un viaje a Williamsburg si no era necesario.
—Además —agregué, tomando la botella de vino demasiado cara para llenar mi copa—, realmente no creo que quiera tener una relación en este momento. Quiero concentrarme en mi carrera; no tengo tiempo para meterme con chicos a los que podría terminar enviándoles un mensaje de texto tres meses después. El sexo ni siquiera fue tan bueno. —Tomé un gran trago de vino para asimilar esa horrible verdad.
Drew me miró asombrada y sacudió la cabeza.
—Mira eso, ni siquiera una lágrima.
—Nunca la he visto llorar por ningún hombre —le dijo Fiona a su esposa.
Traté de argumentar que no, que en realidad lo había hecho, pero luego cerré la boca nuevamente porque… ella tenía razón. De todos modos, rara vez lloraba, ?y por algún chico? Absolutamente no. Fiona siempre decía que era porque todas mis relaciones se habían reducido a llamarlas algún tipo, una persona que ni siquiera merecía un nombre en mi memoria.
?Porque nunca has estado enamorada?, dijo una vez, y tal vez eso fuera cierto.
?Cuando lo sabes, lo sabes? había dicho Nate.
Ni siquiera sabía cómo se suponía que debía sentirse el amor.
Fiona hizo un gesto con la mano.
—Bueno, ?lo que sea para él, entonces! No sé merecía una novia financieramente estable que fuera excelente en el trabajo y fuera propietaria de un apartamento en el Upper East Side —continuó, y eso pareció recordarle otra cosa de la que realmente no quería hablar…—。 ?Cómo es? ?El apartamento?
El apartamento. Ella y Drew habían dejado de llamarlo el apartamento de mi tía en enero, pero yo todavía no podía dejar el hábito. Me encogí de hombros.
Podría decirles la verdad: cada vez que cruzaba la puerta esperaba ver a mi tía allí en su sillón orejero del color de los huevos de Robin, pero el sillón ya no estaba.
Tampoco su due?a.
—Es genial —decidí.
Fiona y Drew se miraron la una a la otra, como si no me creyeran. Bien; no era muy buena mentirosa.
—Es genial —repetí—。 ?Y por qué hablamos de mí? Encontremos a este famoso chef tuyo y cortejémoslo hacia el lado oscuro. —Extendí la mano sobre la mesa para tomar el último dátil y me lo comí.
—Claro, claro, solo tenemos que parar al camarero… —murmuró Drew, mirando a su alrededor para ver si podía llamar la atención de alguien, pero era demasiado educada y demasiado mansa para hacer algo más que darles una mirada significativa—。 ?Simplemente levanto la mano o… qué haces en los restaurantes caros?
Drew había sido mucho más proactiva a la hora de encontrar autores para construir su lista durante los últimos meses, pero tuve que preguntarme si algunas de estas excursiones —el concierto en Governors Island, la obra que lamentablemente no pude asistir, la ópera del mes pasado, el influencer de TikTok que conocimos en una librería en Washington Heights, la exposición de la galería del artista que pintaba con su cuerpo—, fueron para ayudarme a distraerme. Para sacarme de mi pena. Excepto que habían pasado casi seis meses y ahora estaba bien.