The Seven Year Slip(63)



—?Qué tal estoy?

Le estiré el collar medallón y le puse las manos sobre los hombros. Parecía tan nerviosa como yo.

—Vas a patear traseros ahí dentro.

—Vamos a patear traseros —me recordó. Pasó su brazo por el mío y dio un escalofrío—。 ?Oh, por fin estoy nerviosa! ?Podemos echarnos atrás? ?Decirle a Strauss que me he ido al bosque? ?Hacernos ermita?as? ?Vivir de la tierra?

—?Qué pasó con la editora que dijo que mataría por James Ashton? Además, odiarías vivir sin agua caliente instantánea.

—Tienes razón. Me iré a un castillo en Escocia.

—Probablemente esté embrujado.

—Te gusta estropearlo todo, ?verdad? —ironizó.

Puse los ojos en blanco y la guié suavemente en dirección a la puerta principal.

Dentro del restaurante vi a editores de todas las editoriales, algunos de renombre y otros que no reconocí en absoluto. No había asistido a ninguna reunión en los últimos meses —al menos, desde que murió mi tía—, así que Drew me puso al corriente de todo. Había una mesa con copas de champán, tomamos una y nos fuimos a merodear por un rincón del restaurante hasta que llegó la hora de empezar nuestro viaje culinario.

—Esto es misión imposible —murmuró Drew, recorriendo la habitación con la mirada—。 Estamos en territorio enemigo, dos espías en la selva de… Parker, hola. —Se enderezó rápidamente cuando un larguirucho blanco con unas gafas demasiado grandes y el pelo engominado se acercó a nosotras. Tenía lo que yo llamaría el síndrome del MI (maldito idiota)。 Actuaba constantemente como si fuera el más listo de la sala, su libro favorito era algo de Jonathan Franzen o, peor aún, El club de la pelea. El tipo de persona que miraba el meme: ?pechugona bajando las escaleras? y asentía con la cabeza y decía: ?Sí, sí, esto es indudablemente literatura de calidad?.

Era ese tipo de hombre.

—Drew Torres, me alegro de verte —dijo Parker con una sonrisa que probablemente era tan genuina como sus tapones para el pelo—。 ?Emocionada por la clase de esta noche?

—Oh, absolutamente. ?No puedo esperar a ver lo que vamos a cocinar!

—No todos los días se aprende de uno de los mejores chefs del sector. La semana pasada estuve hablando con Craig —se?aló al editor ejecutivo de Harper o Simon & Schuster o algo así, una flexión como nunca había visto—, y estuvimos comparando el menú siempre cambiante de James. Me encanta que tenga un abanico tan amplio de habilidades.

Drew asintió.

—Oh, sí, tiene mucho talento.

—Será genial en Faux. Tenemos tantos recursos fantásticos… aunque estoy seguro de que Strauss y Adder harán todo lo posible, ?no?

—Somos peque?os pero poderosos —respondió Drew y me hizo un gesto—。 Clementine es una de nuestras publicistas principales. Es la artífice del éxito de muchos de nuestros libros.

—?Ah, la segunda al mando de Rhonda Adder, me preguntaba cuándo te conocería! —Parker me saludó, extendiendo una mano—。 No he oído más que grandes cosas. Me sorprende que te haya dejado salir de esa roca donde te tiene —a?adió riendo.

Mi sonrisa era tensa.

—Bueno, me sorprende que tu editor te haya dejado salir de la tuya —dijo una voz grave y suave, y Drew y yo miramos a un enorme gigante que se acercaba a grandes zancadas. Pelo oscuro engominado, gafas gruesas y una expresión de lunares artísticamente colocados en la cara. Miró a su colega editor con complicidad—。 Puedes dejar de ser horrible, Parker.

Parker miró sorprendido a Benji Andor.

—?Solo estaba bromeando! ?Ella sabe que estaba bromeando! ?Verdad?

—Oh, sí, obviamente —le dije.

—?Ves? Obviamente. —Parker me dio una palmada en el hombro. Me tensé, tratando de no retroceder, cuando alguien al otro lado del restaurante llamó a Parker por su nombre, y él se despidió y se dirigió hacia ellos. Me estremecí cuando por fin me soltó.

Drew dijo en un susurro fingido:

—?Ves? Es el peor.

—No bromeabas.

Benji Andor nos lanzó una mirada de disculpa.

—Diría que tiene buenas intenciones, pero todos sabemos que no es así.

—De todas formas, te habría llamado mentiroso —respondí antes de poder contenerme.

—Es la historia de origen del villano de alguien —convino Drew, y luego ladeó la cabeza pensativa—。 Probablemente la mía, para ser honesta.

Soltó una carcajada.

—Si Parker vuelve a molestarte, avísame.

—Gracias, pero creo que podemos encargarnos de él nosotras mismas —respondió Drew.

—Por supuesto, solo me gustaría mirar —dijo gui?ando un ojo y, tras despedirse, emigró a otro rincón para volver a quedarse en silencio, como el árbol melancólico que era.

No tuvimos que permanecer incómodos mucho más tiempo porque James Ashton entró en el restaurante, todo sonrisas y encantadores hoyuelos, con una camisa granate abotonada y unos vaqueros increíblemente bien ajustados. No quería que se llevara una impresión equivocada de mí, otra vez.

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