The Seven Year Slip(67)



Le eché un vistazo. Estudié las líneas de su cara, cómo las luces de la calle recortaban las sombras de su rostro con nitidez.

—?Y a quién estás buscando, James?

—Iwan —corrigió en voz baja, con una mirada pensativa—。 Mis amigos me llaman Iwan.

Incliné la cabeza.

—?Es eso lo que soy?

No estaba segura de qué tipo de respuesta quería: que sí, ?que era una amiga? ?O que no debíamos cruzar los límites profesionales? O…

??Quiero que diga que soy algo más??.

Era una idea tonta, porque había visto el tipo de mujeres con las que había salido y ni una sola era como yo: publicistas nerds con exceso de trabajo y licenciadas en Historia del Arte que se pasaban los cumplea?os bebiendo vino en petacas delante de cuadros de Van Gogh.

—Bueno —empezó—, en realidad…

Capítulo 27

Yo Mama's Fajitas

—?Iwan! ?Eres tú? —gritó un hombre desde el camión de comida, sacándonos a los dos de nuestra conversación. De alguna manera habíamos acabado delante de un camión amarillo brillante con un logotipo muy estilizado en el lateral que decía YO MAMA'S FAJITAS. Por la acera se formó una fila, en su mayoría universitarios y jóvenes que asistían a clases durante el verano en el cercano campus de la Universidad de Nueva York.

?Iwan…?

Entonces eso significaba…

Un hombre más corpulento saludó desde la ventanilla del camión de comida y a James se le iluminó la cara al verlo.

—?Miguel! —gritó, saludando con la mano. El hombre abandonó su puesto y salió de la parte trasera del camión. Era un hispano corpulento, con el pelo rizado y oscuro recogido en un mo?o, la parte de abajo afeitada, la piel morena y una sonrisa más grande de lo normal. Se abrazaron rápidamente, con un apretón de manos secreto y todo.

—?Eh, eh, pensaba que no te vería hasta el fin de semana! —lo saludó Miguel—。 ?Cuál es el motivo? ?Vienes a pedir trabajo? —Movió sus espesas cejas negras.

—?Listo para venir a trabajar en mi cocina? —James respondió.

—?En ese nuevo y caro restaurante tuyo? A la mierda —respondió Miguel.

James se encogió de hombros.

—Vale la pena intentarlo.

Miguel me miró.

—?Y quién es ésta?

—Esta es Lemon —me presentó James, haciéndome se?as. Lemon. No Clementine. Supongo que solo usaba mi nombre real en entornos profesionales.

Le tendí la mano y decidí no corregirlo. Supongo que no iba a estar cerca lo suficiente como para que sus amigos necesitaran un nombre completo.

—Hola. Es un placer.

Miguel aceptó mi mano y la estrechó; su apretón era duro y firme, y aquel tipo me cayó bien de inmediato.

—Lemon, ?eh? Encantado de conocerte. ?Cómo terminaste con este tipo?

?Con?

Me sobresalté, entrando rápidamente en pánico.

—Oh, no estamos juntos… solo… verás, estaba esperando un Uber y nunca llegó y solo estaba en una clase de cocina y en realidad soy su…

—Nos conocemos desde hace tiempo —intervino James, mirándome para ver si era una buena parada. Y lo fue. Quería derretirme en el pavimento, estaba tan aliviada—。 Viejos conocidos.

—Sí, eso —asentí, aunque Miguel pareció sospechar de inmediato, pero antes de que pudiera preguntar los porqués de cómo nos conocimos, la otra persona del camión de comida se asomó por la ventanilla y le gritó—: ?Eh, idiota! ?Me dejas aquí sola con este tipo de cola?

A lo que Miguel se volvió e hizo un gesto a James.

—?Isa! ?Iwan está aquí!

—?Pues dile a Iwan que se ponga a la cola! —respondió la mujer, metiéndose de nuevo por la ventana. Era una mujer blanca, alta y musculosa, con el pelo de color miel recogido en una coleta, las orejas blindadas con media docena de pendientes y los brazos desnudos llenos de tantos tatuajes diferentes que se fundían en un tapiz. Luego, pensándolo mejor, volvió a agachar la cabeza y a?adió—: Iwan, si estás aquí otra vez para gorronearnos, ?al menos reparte las bebidas!

—?Está aquí con una cita! —respondió Miguel.

James le lanzó una mirada traicionera.

—No es…

Isa gritó:

—Entonces será mejor que pida algo: ?cerramos a las diez en punto!

La sonrisa de Miguel se volvió dolorosa.

—Será mejor que vaya a ayudarla antes de que conspire para matarme mientras duermo. Otra vez —a?adió sombríamente, y se apresuró a volver al camión de comida, y tomó el siguiente pedido, y nos pusimos en el final de la cola. Unas cuantas personas miraron hacia atrás para ver a James, aunque solo una o dos personas lo reconocieron, sacando sus teléfonos para comprobar las imágenes en línea junto a él en la vida real.

James parecía absolutamente ajeno a ello.

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